miércoles, 29 de julio de 2009

El bardo border de Boedo





Fabián Casas, por Marcelo Ahumada
Organizador(a):




Fecha:
Sábado, 01 de agosto de 2009
Hora:
16:00 - 18:20
Lugar:
Biblioteca Provincial 9 de Julio
Calle:
Buenos Aires 131
Ciudad/Pueblo:
Santiago del Estero, Argentina

Dirección de correo electrónico:

Descripción

Una probable biografía
de http://fabiancasas.tripod.com/id1.html

Fabián Andres Casas nace el 7 de abril de 1965 en el barrio de Boedo, más exactamente en la calle Estados Unidos y Boedo (chequear, en las oficinas de Clarín figura nacido el 14 de abril). El Bosque Pulenta desarrrolla una acción exactamente en Maza y Estados Unidos, es decir la esquina de su casa.
Estudia en la escuela Martina Silva de Gurruchaga (ahí se desarrolla Los Lemmings) que queda en Independencia y Boedo. El edificio de la chica que aparece en Los Lemmings aún está casi pegado a la escuela. La chica, en la ficción se llama Patricia Alejandra Fraga, pero su verdadero nombre es Patricia Alejandra Franco (chequear).
Cursa –y se recibe- en la carrera de Filosofía. Otros dicen que estudia psicología pero sin llegar a recibirse. Lo cierto es que durante su infancia trabaja con amigos de su padre y es elegido empleado del mes en Pumper Nic de Florida.
A los 19 años va a Rock en Río y se hace amigo del cantante de Iron Maiden, Bruce Dickinson (esto está chequeado). A los 21, cuando le faltan apenas dos semanas para casarse, se va del país y viaja durante dos años recorriendo el Norte argento, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia y pasa más de seis meses en el Amazonas, donde conoce a Horacio Tomasello, el pintor (esto está chequeado con Tomasello).
Posibles trabajos esporádicos: trabaja en una feria artesanal, es terapeuta en zonas periféricas, limpia vidrios de negocios, enseña inglés y francés, idiomas que maneja casi como una segunda lengua. Hace de Tom mientras su hermano hace de Jerry en un emprendimiento de su padre. Es repositor de una empresa láctea pero se queda dormido en la cámara que conserva los helados a baja temperatura por fumar marihuana con el repositor de Sancor y lo sacan en camilla. Lo hechan de la empresa. Pierde el trabajo.
A los 30 años entra en Clarín donde desarrollará gran parte de su carrera periodística. Cae en una profunda depresión y empieza análisis. Conoce a Cucurto, lo que le provoca más depresión. Gana la beca Fullbrigth y se va a los EE.UU durante seis meses, en la ciudad de Iowa. Durante esa estadía escribe Los Lemmings y parte de los poemas que van a parar a ODA. Conoce a Alejandro Lingenti (chequear) en un recital de Patti Smith en el chinatown. Actualmente vive en Claypole, trabajando la tierra (unos seis quintales) y practicando arquería zen (esto probablemente es mentira). Dicen que hay estencils con su cara en las calles de San Telmo (esto no se pudo chequear). Todo lo que escribe, por ahora, lo publica en www.malelemento.blogspot.com

Marcelo Ahumada (Catamarca) es poeta y acaba de publicar su primer libro "El primogénito" (El Suri Porfiado, 2009) que será presentado el 11-12 de agosto en Santiago del Estero.

domingo, 26 de julio de 2009

Bravozorro de Juan Manuel Aragon

Culiar, lo que se dice culiar, un hombre no puede decir que ha culiado hasta que no lo ha hecho con una puta. Decime machista, decime animal, decime lo que quieras, pero es así, te guste o no, quieras o no quieras.
Pero, por qué no te compras unas cervezas, unas papitas, aceitunas, algo, hermano, antes de que empiece el partido. No nos tengas así. Meta, andá boludo, ¿qué mierda estás esperando?, ¿que cierre el gallego de la esquina? Andá antes de que me caliente del todo y me vaya al carajo de aquí
¿Vos dices que conoces las putas?, ¿sólo porque has hecho lo que vos le llamas “un trabajo de campo” para una materia de sociología con las chicas de la Belgrano y las de la placita frente a la parroquia San Roque? Uy, mirá como tiemblo, mirá infeliz, me cago en tu trabajo de campo y en tu puta sociología. ¡No querido!, esas no son putas, disculpame que te lo diga, esas son simples busconas, rameras baratas, pendangas, pulpos, minas que se disfrazan de putas por la noche, pero que durante el día trabajan de empleadas domésticas o son señoras de la casa que van a comprar el pan a la esquina, igual que tu mujer, igual que mi madre, cuando no son travestis y te han hecho creer, pobre infeliz. Capaz que esas minas se cruzan todos los días con tu mujer, que ni en pedo las va a reconocer, porque de día se visten más recatadas que las minitas del barrio Cabildo, de esas que se hacen las estrechas. Putas lo que se dice putas, pero putas en serio son las del quilombo, las del volteadero, las de Cariñito, Negro el 20, el Dominó o ese otro que quedaba en Fernández, tan lindo que era, pero no sé si seguirá estando, hace tantos años que ni intento ir.
El simple es ella abajo y vos arriba, es la clásica, la posición del misionero como le dicen los universitarios, los chicos del centro, los chuchetas, ahora sale 20 ó 25 pesos, según cómo te la charles, según cómo venga la noche ¡No!, nunca gratis, porque las corren a la mierda si te llegan a regalar un solo polvito. Después viene la media francesa, que es primero una buena chupada y después matraca, sale un poco más caro, ponele 30 mangos. Si además quieres una pose, “en cuatro”, como dicen las chicas, ya no es tan barato, 40. Por atriqui sumale diez pesos más. Pero lo más caro de todo, lo más que te cobra una puta de los tumbaderos es media hora. Ahora debe estar saliendo 70, 80 pesos, qué se yo, capaz que ya cobren cien derecho, pero quién va a pagar eso. El Bravozorro es otra cosa, digamos un servicio especial. No sé cuánto estarán cobrándolo en este momento, pero siempre ha salido una fortuna, ese sí que es un servicio especial, súper de luxe, de primera clase.
Con el tiempo las he ido conociendo. Eso que no iba muy seguido, digamos tres o cuatro veces al mes. Las tienen veintiún días justitos en Santiago y después vuelven a su pago. La mayoría son santafesinas, también hay alguna cordobesa y porteñas, pero pocas. ¿Nunca has ido? Es un ambiente hermoso, todo festivo, de joda pura, aunque después, cuando vas camino a tu casa te quede un regustito medio amargo en el corazón, en el alma. Y en el cuerpo, porque al fin de cuentas es como hacerte una paja en una mina, en una vagina de plástico. Todas se llaman Yeni, Sandra, Micaela, nombres exóticos, ahí no vas a encontrar ninguna María Belén, ninguna Mabel, ni una sola Gladys. Una vez a una le dije a Yeni que le iba a decir Mariné.
-Salí, vo so loco- me dice con esa tonadita rosarina que tienen todas. (Desde ese tiempo, siempre asocio la tonada rosarina con las putas, no hay caso, oigo hablar a una rosarina y ya se me quiere parar el choto). Quedé mal después de Mariné, me cagó la vida, pero la seguía amando después de que me largó a la mierda, esa yegua.
Al tiempo ya me conocía a algunas. Con Silvia siempre estábamos a punto de hacer la revolución. Yo me hacía pasar por comunista, socialista, no sé qué. De aquí salimos a matar ricos, le decía yo, los hacemos cagar de un tiro y nos llevamos la guita, mitad para los pobres y mitad para mandarnos a mudar a Europa. Ella se alegraba cada vez que me veía. A todas les hacía chistes, trataba de caerles bien. ¿Sabes cuál es el mejor premio que puedes conseguir de una puta? Un día hacerlo gratis, algo imposible, como te dije. Saber que no se está haciendo la de gozar, porque cuando llega el momento de que vos le mires la cara a Dios todas te dicen lo mismo:
-¡Ay, papito!, ¡cómo te siento!, ¡cómo te siento!, ¡meteme todo!, ¡no dejés nada de leche afuera!
Mientras vos sigues dándole bomba hasta el final, tratando de que no se te escape el momento, de que esos treinta mangos que has pagado te duren lo más posible, porque sabes que, apenas saques el choto, ella se va a levantar y te va a llamar para lavártelo. Nada de quedarse conversando un rato, después del polvito, nada de cariñitos posteriores. Y ponete el calzoncillo del derecho, no sea que tu mujer te descubra porque lo tenés del revés, es la recomendación que me hizo Mara una vuelta. Hijas de puta, además se las saben todas.
No te pongas así, ya sé que vos sos de los que dicen que nunca han pagado por sexo, uno de los puros, los impolutos, los virtuosos que siempre han culiado por amor. ¡Ay!, ¡no me digas!, ¡el niño siempre culió por amor! ¡Chuchi! Pero cuando querías cogerte una minita bien que te tenías que poner de novio primero, decirle que la querías, que la amabas, invitarle mil quinientos cafés, llevarla a bailar, sacarla a pasear y después recién, con mucha suerte te la fifabas. Qué te crees, ¿que eso no es pagar? Ya sé. No me vengas que pagas con otra moneda, es la misma mierda con distinto olor.
Y tampoco me salgas con esas mariconadas de que quieres llevar las putas un domingo a misa. Te aseguro que son más creyentes que vos, que yo, que el Obispo y que el Papa juntos, mirá lo que te digo y no te miento. Eso es una huevada, una tilinguería de chico rico, de chico del barrio Belgrano que quiere pasar por esnob, por guerrillero, por intelectual. Yo fui reconstruyendo la historia de algunas en conversaciones que he tenido con ellas, antes, durante y después de meterles el pingo en la concha hasta la mierda, si a eso iba, a coger, no a hablar de filosofía. La mayoría tiene un hijo o dos. Y en la casa, por lo general, no saben qué hacen, a qué se dedican, cómo ganan la guita. Ellas mienten que trabajan en un restaurante que una amiga tiene en la ruta. Y todos los días se comunican por el celular con la familia. De Santiago capaz que van a Tucumán, después Córdoba, descansan veintinún días en su casa y de nuevo a Santiago a laburar. Así que cada tanto están de vuelta. Creo que las trasladan para que no se encariñen, para que nadie las robe al cafisho y porque en la variedad está el gusto, se me hace. Nadie va a ir todos los días al quilombo para culiarse a la misma puta de todos los días, para eso se queda en la casa y le echa un buen polvito a la mujer, que bien se lo merece también ella, ¿no te parece?
Claro que no es de machos pagar para tener sexo, ya te expliqué lo de Mariné, que me dejó por ese otro yiro, hijo de mil tres vagones llenos de arena, cada granito de arena es una re mil puta conchuda en su línea de sucesión materna, todas puestas en fila, una detrás de la otra, que las mil parió a esas cajetudas del orto. No quería saber nada con mujeres, no quería relaciones, no quería ponerme de novio, comenzar de nuevo con las mismas huevadas de siempre, de qué signo sos, de qué gusto quieres el helado, macanas. Casi me hago puto, ¡jéh!, no lo descarto del todo tampoco, uno nunca sabe, che. Fue Rafa el que me aconsejó que fuera a las putas, ahí vas, haces tus cositas, así como de pasada, después te mandas a mudar y listo. Cuestión de descargar el tanque, nada más, pura profilaxis. Un día cualquiera Mariné me estaba amando como loca desatada y al día siguiente ya andaba de novia con ese otro, cara de víbora peinada. Me hizo mierda, yo tenía la croqueta hecha pingo, te lo digo en serio, si me quieres creer bien y si no, me da lo mismo.
Decime, ¿vas a traer o no unas cervezas, papitas, manises para que veamos el partido como Dios manda? Si no, avisá y me voy al bar de la esquina, que ahí tienen Directiví y a la mierda, hermano. Te lo digo en serio, huevón, andá. No me gusta ver el partido sin algo para picar.
Había una flaquita, esperá, dejame que te cuente, había una flaquita, Tamara se hacía llamar. Se me hace que fifaba también porque le gustaba fifar, los puntos hacíamos cola para culiarla. Tenías que pagarle una media francesa, si no era al pedo. Te agarraba la verga con un amor digno de otra causa, te digo, en serio, escuchá, no te hagas el boludo. Primero se la metía en la boca de repente, después salía de golpe y te miraba un poco, ponía los ojos como si estuviera gozando la guacha, vos, para ese entonces le pedías por favor que siga. Seguí mi vida, no pares mi amor, le decías mientras el choto temblaba de ganas, temblequeaba de ansiedad, como un bolero, esperando que volviera a tragarlo hasta el fondo. Se la volvía a meter bien despacito, arriba y abajo, arriba y abajo, pasándote la lengua por la parte de abajo de la cabeza, justo en el trangulito del placer del choto: ¡vamos!, ¡vamos!, ¡así mi puta!, ¡así!, le decías. De vez en cuando te echaba una mirada, no fuera cosa que le terminaras en la cara. Te fichaba bien la guacha, ninguna boluda, te digo. Lo chupaba con la boca, no como esas otras que te agarran el pedazo con la mano para mamártelo. Así no vale, viejo, con la mano es paja. Te lo chupaba tan bien que se te metía la sábana por el culo y después capaz que te quedaba saliendo un pedacito chiquito como un pañuelito, ¡Já!, ¡já!
Lo mejor era que no se hacía amiga. Una vez que terminabas, chau, chau, adiós, no te conozco, si te he visto no me acuerdo. Una mina dura, creo que es la única que me confesó que la primera vez que lo hizo fue con el padrastro, que la había violado sin darle cuartel desde que ella había cumplido los 11, pero no quería hablar mucho así que tampoco le pregunté demasiado. Además en ese momento no me interesaba, yo iba a al quilombo a coger, sacarme las ganas, no a andar de ortiba, averiguando mariconadas, haciéndome el redentor. Hijo de tres mil yiras el viejo, digo, pero capaz que mentía para que le diera unos pesitos más. Son todas mentirosas, no vayas a creer todo ese verso tanguero de que esas minas andan en la mala vida porque las violaban o por historias tristes, a la mayoría le gusta la guita. Lo hacen por la guita. Y por amor a la pija, claro.
Ahí te das cuenta, digo, en el quilombo, de que son cagadas, eso que cuentan de que las putas no besan en la boca. Claro que besan, la mayoría sí besa. Muchas veces me han buscado los labios para chantarme un chupón. Pero qué mierda, un beso a una de esas prostitutas es como besar a medio Santiago, es chuparle la verga, por lo menos a todos los que estuvieron antes que vos esa noche. Vete a la mierda, ni mamado las besaba. Y siempre con hule, siempre hay que llevar hule en el bolsillo cuando uno queda soltero y anda a la pesca. Como dice el tango: “ya sé, no me digás, tenés razón”, con forrito es una relación más fría. Salvo porque cuando la tienes abajo y estás por terminar le tratas de meter los dedos en el orto, hasta el fondo -¡ah!, ¡qué placer, hermano!- no hay otro contacto con las putas. Una vez saqué cálculos, si la tienes en cuatro patas, ni siguiera hay un punto de contacto entre los dos, como te dije, prácticamente es una paja de a dos.
Nos íbamos a casar con Mariné, teníamos todos los muebles. Después tuvo que ir mi vieja a hablar con la vieja de ella para repartirse las cosas que habíamos comprado, juego de dormitorio, heladera, vasos, esas huevadas. No habíamos puesto la fecha, pero pensábamos casarnos en abril, ponele en mayo como muy tarde, y estábamos en enero, así que no faltaba nada. Mirá que boludo que soy, no me daba cuenta de nada. Todo ese enero no tuvimos relaciones, primero porque decía que le había venido el asunto, después porque me mintió que le agarró una enfermedad, herpes creo que era, no sé qué mierda, después por otra cosa, no me acuerdo. La cuestión es que durante ese puto enero, si hallaba un agujero en la pared, ahí nomás lo transformaba en mi querida, andaba tan desesperado que me cogía un avestruz a la carrera, corriendo para atrás y en chancletas. Con razón andaba tan tranquila, porque así como la ves, con esa carita de nada, es más caliente que calefón Orbis, un infierno era la flaca cogiendo, una ampalagua que no dejaba ni un músculo del cuerpo sin mover, cada vez que la pinchaba. Le gustaba darle a la matraca. Si quería coger, me decía “vamo a visitar la bomba ´i Lule, primó”, haciéndose la tucumana y cada vez que oíamos la zamba esa, de la bomba ´i Lules, nos mirábamos y nos reíamos a las carcajadas, era un secreto que teníamos. Y le dábamos bomba , mucha bomba a nuestro amor.
¿No vas a comprar esa puta cerveza para que veamos el partido? ¿Entonces por qué no vas de una buena vez, conchudo de mierda? ¿Qué carajo esperas? ¿Qué te haga una tarjeta de invitación?
Además las putas no pueden andar por la calle, digo, por eso de llevarlas a misa o a cualquier otra parte, mirá las pelotudeces que se te ocurren. Tienen prohibido salir, si lo llegan a hacer, la primera vez las mandan a buscar con la cana. El cafisho las ha confiado al dueño de Cariñito, de Negro del 20 al Dominó, pero para se queden adentro. Tienen prohibido asomarse. La mitad de lo que ganan es para el dueño del tumbadero, con el resto de la guita tienen que mantenerse durante su estadía: comida, lápiz de labios, algodón qué se yo, esas cosas. Si una se escapa con un cliente, la primera vez la salen a buscar y la traen a como dé lugar, llaman a la cana y hacen la denuncia, no tienen dramas, para eso tienen coimeado de antemano al comisario, al subcomisario, al cabo, al agente, al informante, a la brigada, al jefe de policía, a quien se ponga por adelante. Pero a la segunda no la buscan más, porque ya es al pedo: la que se quiere ir se quiere ir y a la final se va a la remismísima mierda, casi siempre con un macho, que seguro que la va a hacer laburar de nuevo en lo mismo. O si no hacen como el dueño del kiosco que está frente a la estación de tren en Clodomira, que una vez se trajo una mina de no sé cuál de los quilombos de Tucumán, otros dicen que del Bajo de Salta, no sé, no calienta de dónde carajo la trajo, la cuestión es que se rajó con ella y la convirtió en su señora esposa. Y ahora son felices y comen perdices.
Todo ese puto enero la Mariné estuvo cogiendo con el otro vago, meta y ponga, mamándole la verga, haciendo el 69, seguro que andaban meta darse duro en el baño, en la cama, en el sofá del living, en la cocina, en el telo, en el auto, detrás del paraíso de su casa, en la placita de la otra cuadra, en la casa de la amiga, en la cucha del perro, qué se yó. La cuestión es que mientras yo salía por una puerta después de una visita de novio sin derecho al toqueteo, él entraba por la otra y la cagaba empalando, mirá que repelotudo que era, me quiero matar ahora que me acuerdo. La vieja lo sabía, el viejo lo sabía, el hermano lo sabía, la vecina lo sabía, la amiga lo sabía, la hermanita más chiquita también lo sabía, el barrio entero lo sabía y se cagaba de risa de mí, Santiago entero estaba enterado. El único gil que no se daba cuenta de que lo estaban haciendo re mierda, era yo, qué infeliz pelotudo. Esa tarde, cuando me dejó definitivamente, le pregunté:
-Decime, ¿no tendrás otro vos?
-Pero, ¿quién te has creído que soy?
Me dijo, haciéndose la enojada.
También me advirtió que no me dejara llevar por lo que la gente me iba a decir, que la gente era mala. Después me hizo el verso de que yo era un buen tipo, que era mucho para ella, todo eso que se dice siempre para lavar las culpas propias en la bondad del otro. “Ya vas a conseguir una chica que te merezca, una buena chica que te haga feliz”, me dijo esa tarde, pero ya a esa altura me sonaba más falso que tornillo de yeso.
Ah, el Bravozorro. Eso era una tortura china elevada a la enésima potencia. Para dejarse hacer el Bravozorro con una puta hay que ser bien macho, más de uno ha terminado perdiendo ahí. ¿Cómo es?, decime, ¿no sabes?, ¿qué has andado haciendo todos estos años? Primero tienes que llevar un palito, una lapicera, un lápiz, cualquier cosa para morder. Vos te acuestas panza abajo, abriendo las piernas, sí, abriendo las piernas. No boludo, cómo te van a culiar, no pará, ¡pará!, ¡a la final, che!, ¿quieres que te cuente o no quieres que te cuente? Bueno, te acuestas panza abajo y abriendo las piernas. La mina se dedica a chuparte exactamente el triangulito que tienes justo detrás de las bolas, digamos entre las bolas y la puerta del orto, un pedacito bien cortito de carne. Desde el principio el pingo se te pone como piedra, duro como un fierro, es un acero de Toledo el hijo de puta, y después quieres pedir por favor que te metan algo en el culo, el dedo, un palo de escoba, una botella de champán, un tarro de dulce de leche, cualquier cosa. Para eso es el palito, para que muerdas y no pidas ni aca, no vaya a ser cosa que la puta te haga caso. Después el choto te queda parado para mil quinientos polvos seguidos. Si pasas la prueba sin que te metan algo en el culo, ahí sí, decí que sos macho, decite galán, decite hombre hecho y derecho, decí que has andado cerca de la orilla, pero que no te has metido al río para pasar al otro lado.
Fantaseá mil años, si quieres, con llevarlas a la Catedral o a la casa del cura Gerardo Montenegro a escandalizar a quien quieras, pero vas a dar en penca, te lo digo yo, haceme caso, es imposible. Uno de estos días nos vamos a cualquiera de los tumbaderos, esos que vos dices que no conoces, y nos pegamos una buena revolcada con gusto a puta. Además, putas, lo que se dice putas eran las de antes. Ahora una minita del centro, hija del doctor Paz, una pendeja Meossi, una chica Erquiaga de la Vega, se viste como puta para ir al mercado a comprar medio de papa y un cuarto de menudos de pollo. Muchas de las Paz las Meossi o las Erquiaga de la Vega van a misa de once los domingos vestidas de una forma que si las vieran las abuelas las sacarían cagando del templo por escandalosas. Los curas no dicen nada porque se han vuelto suavecitos ellos también. De hecho, hoy en día y según la tele y los diarios, los únicos que quieren casarse son los curas, los putos, y pará de contar. No te vayas a creer, che, las putas son recatadas para salir a la calle, más si van a misa, o vos te crees que van a ir de bikini, media de red y portaliga, salí. Cualquiera que hable con tu mamá la convence de que es una buena chica y la hace creer que estudia en el profesorado, que es peluquera, cualquier cosa, porque además son pícaras las chicas, digo, las del tumbadero. Quiero ver si tus chicas Paz, Meossi o Erquiaga , aguantan toda una puta noche dándole haciéndose dar con esos negros de la Tabla Redonda, el Tuscal, el Borges, o el centro de La Banda o de Santiago, porque también van chicos –y grandes- del centro, no vayas a creer. A ver si se la bancan. A ver si pueden salirse de su traje de burguesas de mierda, pensando que la vida de una puta es romántica porque sufren el machismo de los tipos que todos los días se bajan la bragueta para hacerlas chupar una pija que ni siquiera pueden limpiar del todo porque les llevaría varias horas dejarlas más o menos aseadas. A ver putita, ponete en cuatro que te voy a reventar, les dicen los negros y después que se la banquen, que para eso les pagan. Con decirte que muchas me querían, mejor dicho, se me quisieron encariñar y todo, sólo porque yo las trataba bien, les decía palabritas lindas, cosas como ricura, tesora, amorcito de mi corazón y les pedía por favor, mi vida, hacete a un lado el cabello así te miro la carita y la jetita mientras me la chupas, tranquila, mi amor, que no te voy a terminar en la cara. Y ellas encantadas, porque se lo pedía por favor, mirá qué barato me salía ser bueno.
Me han contado que la Mariné se está por separar. Ya me han sondeado las amigas a ver si voy a volver con ella. ¿La verdad? No sé, en una de esas me reconcilio y la obligo a hacer cositas que antes nunca habíamos hecho, como acabarle en la cara, dejarla ciega de tanto acabarle, salpicándole la leche en esos ojos verdes hermosos que tiene, meterle una botella de sevená en el orto, una máquina de foto, un termo Lumilagro, una garrafa de quince kilos, no sé, cualquier cosa. Y después, tirarla a la mierda, como esas perritas que abandona la gente en el parque en una bolsa sólo porque tuvieron la desgracia de nacer hembras. Cualquier cosa para sacarme estas putas astas de carnero que tengo desde que me dejó. O ponerla en bolas y sacarla a andar en moto por la Belgrano. Si volvemos, no sé, algo se me va a ocurrir.
Si quieres te explico cómo algunas -no todas- te lavan la pija antes de metérsela en la boca, igual que a otros veinte la misma noche, en el mismo lavatorio sucio de cuántos que les habrán lavado el choto en el mismo lugar. Si quieres te cuento que en esos tumbaderos hay un olor rancio a espermatozoides secos de varios días, como si no los limpiaran nunca, que a los baños les siguen poniendo acaroina como desinfectante, igual que hace ochenta años, cuando mi abuelo era habitué de esos lugares, pero mejor la cortamos, porque ya estoy viendo la cara de asco que pones, ¡eh!, culiao de mierda.
Meta, che, no seas vago, andá y comprá esa puta cerveza que tengo la boca seca. ¿No ves que está por comenzar el partido y no tenemos un sorete para picar, para tomar? Decime, ¿Messi va a jugar desde el primer tiempo?

miércoles, 22 de julio de 2009

Escribir por Escribir de Belen Cianferoni

*Jugar por Jugar... tienen que encontrar a qué escritores hace referencia este texto.


(sobre la lucha de vivir en Santiago
Y ser adicta a los gerundios)

Escribir furiosamente, escribir corrompiendo, escribir destrozando el suero que gotea, y llega hasta el corazón omitiendo la sístole y la diástole. Escribir con la violencia de la juventud, sin arrugas y con arrobas, escribir con la locura de mil amaneceres que destronan a los avarientos ocasos. Escribir borracho, escribir con resaca… escribir una pendejada.
Escribir sin peros y sin tapujos, sin pudor y con malas palabras, escribir sin más condicionamientos que una historia bien narrada. Escribir obviando las reglas, escribir cuando la emoción descascara la piel libre de vendas y curitas. Escribir a borbotones, escribir copiando, escribir en cascadas párrafos que inunden mentes vírgenes de palabras. Escribir de sufragios, de créditos, de naufragios. Escribir odiando a Borges y amando la lírica del verdulero o el morbo del carnicero. Escribir sin tótems. Ni respetando nada, ni la rima, ni la lima, ni el limón…
Escribir cualquiera de cualquiera, escribir a la carta, escribir en libertad o en la euforia de un asno burlándose de un búho. Escribir con puchos y terere. Escribir en una laptoc o golpeado las teclas de una Olivetti. Escribir sabiendo que no hay ningún “play it again Sam” si te olvidas las ideas.
Escribir sin ensueño, sin unicornios o duendes, escribir fusilando hadas o matando enanos a garrotazos, desterrando a Isabel Allende y a Becquer. Escribir por sobre todas las cosas mutilando alquimistas y anatomistas a gusto y placer.
Escribir bostezando o desnudo en la cama, escribir en sms o en msn. Escribir en blogs, en flogs, escribir de floguers, de emos, o escribir de Cumbio o de cumbia. Escribir como venga en gana, escribir odiando, escribir corrigiendo: podando los gerundios de los geranios, escribir sufriendo si arriba iba o de abajo venia.
Escribir enterrando y resucitando. Escribir sin mandarinas y sin salmos, escribir de las copas que embebidas de alcohol cantan el fusilamiento de miles de botellas paradas en casamiento.
Escribir sin miedo de omitir espejos, laberintos, gatos, mascaras y humo de cigarritos que van y vienen formando dibujos arábigos, y así, saltar sin paracaídas mirando bien fuerte el piso que se aproxima para disfrutar el golpe rabioso.
Escribir leyendo, gritando, cortando como el peluquero, sacando adjetivos, amputando sustantivos y buscando verbos.
Escribir sin consuelo, sin buscar consuelo, odiando el consuelo. Escribir sin hablar de amor, escribir desafiando al amor a vestirse de muerte…
Escribir estudiando, con el diccionario y usando términos simples (aborreciendo las esdrújulas por sobre todas), como escribir de la tanga de Ana Tanga o de lo desproporcional del cuerpo de Jacqueline Coulotte, o de la aburrida de Guadalupe Lumpen. Escribir sin saber que mierda es un ritonelo, o evocando al Dr. Quinteros saliendo exaltado de la conferencia de Deontología. Escribir intentando no moverse como un péndulo de aquí a Grecia, de Grecia a India, y de India a no sé donde.
Escribir con Drexler, o con AC DC, o simplemente sin escuchar a Mozart. Escribir odiando a Alimaña y a las Mullieris, escribir sin petecos ni equecos ni ecos, sin hachas ni quebrachos, asqueando los sachayojs y pactando con el diablo para que desaparezca el folcklore.
Escribir naturalmente, con talento, sin tintes ni colorantes, sin lentes de contactos, sin esmaltes de uña ni maquillajes, escribir sin sueño, con sueño, o con insomnio a las cuatro de la mañana.
Escribir por escribir garabateando, mariconeando. Escribir sabiendo que no se dice girando sino Girondo y que Vallejo, bien puede ser un conejo.
Y seguir escribiendo con violencia, con gotas de sangre que sulfuren tinta a través del nuevo órgano que se incorpora al cuerpo, y encerrado así con el Diablo y Dios envenenando los oídos para seguir escribiendo.
Y seguir escribiendo y corrigiendo, escribiendo y corrigiendo, escribiendo y corrigiendo, escribiendo y corriendo…

Por: Burdelita, Guadalupe Lumpen y Ana Tanga
Heterónimos de Belén Cianferoni

viernes, 17 de julio de 2009

El Anarquista de Abel Miranda

Chao Viejo

Yo te amo Bety, lo sabés. Pero no puedo ir en este momento, las cosas andan mal. No sé qué hacer con el cadáver de mi padre. Sabés que él era un buen hombre. ¿Cómo decís? No, no, vos sabés que ahí lo van a tirar en cualquier lugar, metido dentro de una caja, y el viejo no se merece una cosa así. Sabés, son muchos años… ¿Cómo decís? Sí ya sé que de todas maneras está muerto, pero el viejo no se merece una cosa así.
A mi madre no tengo dónde llevarle flores, ni sé qué es lo que han hecho con su cuerpo. Sabrá tenerlo algún estudiante de medicina. Que estoy soñando? Claro, claro, estoy soñando, pero la vieja no esta. Para colmo este viejo ateo y anarquista. ¿Quién va a quererlo? ¿Quién va a quererlo a este viejo de mierda? ¿Quién?
La casa ya es del banco y en cualquier momento me van a pedir que desaloje. Tengo que sacar algunas cosas, bah, papeles que el viejo escribía.
Nunca pudimos entendernos; su vida fue una constante pelea y de esa pelea no le quedó nada sabés.
¿Cuántas horas hay que velar a un muerto? Lo tengo aquí, al frente, me mira como si yo fuera un lejano pasado. Viejo, ¿qué voy a hacer con vos? Si por lo menos hubieses pagado algún servicio, ahora tendrías cajón y un buen lugar para descansar. Pero vos viejo ni muerto dejás de joder.
Sí Bety, ya sé que tengo que ir. No me jodás. Vos sabés que te quiero. Les dejaría a esos hijos de puta el cadáver del viejo, sería como ponerles una buena bomba. El viejo se estaría cagando de risa si me escuchara. Así era él, todo un hijo de puta. Sabés las veces que estuvo preso mi viejo. Una vez la cana le estuvo pegando día y noche, día y noche, ¿vos te creés que el viejo mandó a alguno de sus camaradas en cana? Se la bancó bien el hijo de puta. Cuando la vieja lo vio llegar lloraba, el viejo no dijo nada. A los días sabés a dónde los mandó a esos hijos de puta. Volaron a la mierda. ¿Sabés a cuántos compañeros del viejo mataron? De varias se salvó el viejo, de varias. A Mario lo mataron frente a mi vieja, con esa muerte ella se hundió…Mario era hermoso.
Bety, ¿me escuchás? Imaginate que al viejo lo entierre y le ponga una cruz como a toda tumba. Sabés qué, el viejo viene del infierno a patearme el culo. No, no, la verdad que el viejo no da para un cementerio. Se van a ir a la mierda los otros muertos, almas y huesos a la mierda, me escuchás.
Bety, pará un segundo que el viejo casi se me cae de la silla. Hola Bety, sí, sí, ya lo acomodé, quedó sentado. Viejo qué cara de anarquista hijo de puta que tenés. Cómo te quería Mario, él era capaz de seguirte a la muerte. Qué hombre que era Mario. ¿Quién no lo podía querer? Mirá viejo no sé si alguien me va a entender, yo sé que vos me entendés.
Sí, Bety? Estoy hablando con el viejo. Mirá Bety te corto porque voy a salir para allá. Esperame, ya voy a arreglar esto y me rajo.
Viejo, bueno mirá, voy a llevarme tus papeles y voy a dejarte aquí, seguiles haciendo la vida imposible a esos hijos de puta. Te voy a dejar aquí y vas a ver la cara que ponen. Es lo mejor que puedo hacer viejo. Siempre fui un boludo y no sé si lo que voy a hacer va a ser otra de las mías. Chao viejo, me llevo tus papeles. Ya vas a ver la cara de esos hijos de puta. Van a tener que cargar con vos. Ahora que los peleas desde la muerte se van a cagar esos hijos de puta. Chao viejo, me llevo tus papeles.

Leyenda de Diana Beláustegui

“No lo sentía subir, no escuchaba su respiración cansada ni su parloteo odioso sobre lo ocurrido en su larga mañana de trabajo. Estaba casi en la cima del árbol cuando percibió el silencio, miró y lo encontró en el suelo, parado, inmóvil, mirándola. Una chispa extraña brillaba en aquellos ojos, estaba muy arriba pero lograba percibir el rencor, el cansancio, la venganza y aun así la tristeza por el amor que le tenía.
-¿Qué haces?- le gritó agresiva- yo sola no voy a hacer todo el trabajo. ¡Subí!- ordenó
Cuando notó que él no haría nada, intento bajar y allí comprendió todo. Un segundo le valió para que todo cobrara significado. Las ramas por las que había subido no estaban y ahora yacían esparcidas por todo el suelo. El muchacho moreno bajó la cabeza y se apartó.
-Hermano- gritó con todo dulce.
-Hermano, vení- suplicó
Él la miró por última vez antes de alejarse definitivamente. Una lágrima caía y la secó, enojado, ni bien llegó al pómulo.
-Hermano vení… ¡Vení!- la fuerza del odio la ganaba.
La muchacha malcriada había bebido de la poción del egoísmo. Una lección era, en este momento, una afrenta. Por ratos lo maldecía y por otros lo llamaba suplicante, la garganta agotada. Las manos y los pies sangrantes. Ya no intentaba buscar un mejor apoyo o una forma de descender, estaba parada paralela al tronco, sujeta fuerte a la rama que cedería en cualquier momento.
-Hermano- lloraba con voz ronca y juraba encontrarlo.
Juraba llegar a él y comerse los ojos por aquella última mirada… juraba llegar a él y relamerse mientras jugaba con esos sesos que habían ideado su fatídica soledad, este frio que ahora la atormentaba y su muerte, que seguro, revoloteaba a su alrededor.
-Hermano volvé- gritó una y otra vez hasta que la voz se confundía con un alarido grotesco que helaba las almas en aquella noche sin luna.
Los ojos inyectados en sangre y la boca distorsionada, las garras rompiendo la piel del tronco.
La metamorfosis fue rápida y brutal, cruel y tormentosa. Los gritos contaban del dolor y odio que llevaron a la mujer a convertirse en ese animal pequeño y gris, que vuela en busca del hermano aleccionador para dar rienda suelta a ese odio que la transformó en ave, a esa venganza que la hace un pájaro extraño. Porque un animal engendrado en el rencor vuela de noche, tiene forma y color inusual y el grito que rompe la armonía del silencio es el llamado de la sangre que va por su sangre para hacerla correr. En las penumbras permanece inmutable en las ramas, espiando, a la espera de dar con aquel corazón que ella sentenció: No deberá latir más.”


Un crujido en la ventana espantó al viejo que saltó en la silla.
La niña estiró el cuello hacia ese lado del cuarto y volvió la mirada tratando de observar el ojo bueno, el izquierdo, y no la cuenca oscura y vacía del derecho.
-Abuelo, las leyendas no asustan.
El viejo se levantó y constatando que ya había oscurecido, cerró la ventana. Él sabía que hasta que no atrapara al ave… las leyendas si asustaban.

miércoles, 15 de julio de 2009

Homenaje(a los compañeros Obreros, estudiantes y militantes de la palabra) de Mauricio Rey

Estoy en la casa de unos compañeros, se conmemora el primero de mayo.Quiénes conmemoran, para qué.Qué sentido tienen todas las palabras que puedan decirse en éste pais donde la inestabilidad es moneda corriente, es casi imposible pensar en algo estable, mantener la esperanza es una empresa dificil en medio de tanta oscuridad y gente disfrazada de "buena".
Quisiera creer en que podría ser distinto el panorama, que nada tendria tanto valor como autoposeerse y no ser esclavo del consumismo, de los discursos fáciles, de la propaganda barata que vende la televisión y las revistas. Tener lo propio por esfuerzo personal, saber que podemos ayudar a otros para que estén mejor, eso da fuerzas, anima para seguir, ojalá todo ese movimiento encuentre un camino donde éste ser pueda desplegarse.

domingo, 12 de julio de 2009

Fechas del Ciclo Inaugural 2009



23 de mayo (Inicio) Gavy Yauza, Pedro Mairal
6 de Junio: Eduardo Espeche, Lovecraft.
20 de junio: Esteban Schmidt y lo genuino en las letras.
4 de Julio: Oscar Ortiz, Nietzsche y el origen del a tragedia
18 de Julio: Adrián Carrascosa, Andrés Caicedo
1 de Agosto: Marcelo Ahumada, Fabián Casas
15 de Agosto: Néstor Mendoza, Vida de Perros o una filosofía despeinada (Los cínicos)
29 de Agosto: Alfredo Carol, Dostoievsky
12 de Septiembre: Andrés Navarro, Leónidas Lamboghini

26 de septiembre
10 y 24 de octubre
07 y 21 de noviembre
5 y 19 de diciembre (Cierre del ciclo).

viernes, 10 de julio de 2009

Comiendo mandarinas en el cordón de la vereda


Diálogo con Roberto Arlt

Hoy me quedé dormida una vez más. Soñé que me despertaba y, mágicamente mi estado de ánimo era el óptimo para escribir sobre Roberto Arlt. Me desperté y descubrí que tristemente mi estado de ánimo era exactamente el mismo que el de hace dos semanas: no puedo escribir una sola palabra sobre él.

Entonces, abusando de la simpatía que él genera y ante la urgencia de no desaprobar el práctico, se me ocurre que todo sería más fácil si pudiera hablar con él y preguntarle cosas y pedirle que me tire ideas. Que me salve, como tantas veces sus lectores lo hicieron, como yo misma lo hubiera hecho, pues seguro hubiera sido su más fiel lectora.

Entonces él, en un arranque de compasión y soberbia (no olviden que está a punto de salvarme) acepta entablar un diálogo pues nada tiene que perder.

Lo primero que le digo tiene que ver con los orígenes. De alguna manera nos parecemos.

-Mentira nena, no te confundas-aclara él serenamente- Mi padre era un bruto, él tuyo un cobarde. No es lo mismo.

-¿Y cual es la diferencia? Además, cómo puede saberlo, usted ni siquiera lo conoció.

Ríe con grandilocuencia. Me siento estúpida y él lo sabe.

-¿A que estás jugando? ¿Donde crees que estoy? ¿En el cordón de la vereda comiendo mandarinas mientras haces preguntas ingenuas?

Pido disculpas con la mirada y como este juego es mío, es invierno y hay sol. Tenemos quince mandarinas, nos peleamos por la octava, gana él por ser el invitado. Seguimos.

-Mirá, yo leía porque no tenia ganas de hacer otra cosa, porque los libros eran más divertidos y ahí todo era más lindo y más fácil. Pero a mi padre eso no le gustaba, entonces me daba unas palizas, cosa que se me pasara el gusto por quehaceres tan inútiles. Pero le salió mal. En cambio vos, ¿de qué te quejas? Es cierto que el tipo se rajó, pero bueno, es preferible que no esté. Debe haber tenido poco para decir o poco para darte. Igual mira lo que sos. ¿No te gusta? Eso también se lo debes. Aunque no te cuadre.


Por Gavy Yauza
Sigue aqui... http://labotelladelgenio.blogspot.com/

Nos Alejamos de Andrés Navarro

¿Quién ha llegado a este lugar

al que siempre nadie llega?

Alejandra Pizarnik


me hago viento

te haces deseo

nos alejamos



la falla

no estaba

en las palabras


sino

en su movimiento



el deseo

de una mujer

el papel

no

las palabras



noto

mi

presencia


mesas

hojas

vasos

días


y

tu

ausencia



alguien

que

me

llame



no

tengo

nombre


martes, 7 de julio de 2009

Jugar a la Vida de Maxi Sack

Necesito una mañana fría para dejarte atada entre las sábanas, y tal vez encenderle un cigarrillo a tu sombra.

Levantarme a borrar tus huellas en la habitación o bañarme con tu recuerdo, desayunarte pensando que todo este humo de café precede con naturaleza al estridente lamento del timbre, del diario que atraviesa la puerta…

Tal vez necesite dejar de necesitarte cuando la habitación se quema, mientras los libros corren a la ventana para abrirla y mi cabeza se estrella contra una puerta, cuando tus caras se salen de las paredes y las noticias vuelan dejando una estela tan dramática…

Necesito este fuego que no deja de mirarme; y que con la tarde lluevan gritos y pasos que se acerquen hablando cosas indescifrables, que te lleven en andas mientras dure tu último espasmo.

Necesito pararme en la puerta, y con una sonrisa blanca tomar tu mano e invitarte a jugar otra vez a la vida.

Urgente de Mauricio Rey

Qué sentido tiene el cambio, qué objetivos persigue o cúales quiere lograr.Responde a algun interes en particular o a muchos en general, o se lo hace porque si, porque queremos que otros despierten y tomen las plazas(Libertad, San Martin, Las chismosas), derriben idolos, que bailen en una Salamanca eterna, o que los cuerpos se unan y confundan en una orgia.
Sigo preguntándome para qué cambiar, te miro y me surgen algunas respuestas.Seguramente hay un deseo de renovación del orden establecido, y cómo no tenerlo en una provincia y una ciudad anquilosada y gobernada ( en el caso del "arte") por un tradicionalismo repugnante, al punto de ser irritantes todos sus principios.
Esa es la raiz y la voluntad de volver útil a la estructura, a la que nos gobierna y a la que nos gustaria darle una vuelta de tuerca; pero eso lo intuyo y no necesariamente para que lo tomes vos.Ese ha de ser, presumo, el norte que nos guiará.Entonces sí, tendrá cuerpo, será carne, piel y huesos, no existirán huecos por los que escapen defectos.Creemos que ésto no es perfecto, de serlo sería una entidad abstracta; es mas bien un modo de presentar un punto de vista, que eventualmente arrancará las raices secas y podridas para plantar árboles nuevos.
La tarea es esa, la urgencia nos exige entrar en escena, nutrirse de todos los discursos, desgajarlos y ver a la planta desnuda, ver cara a cara a la soledad y la desesperación, decirles que podemos, que creemos y que pronto será vencida toda mentira, todo teatro mal habido.

lunes, 6 de julio de 2009

LOVE IS WAR, de Néstor Mendoza

LOVE IS WAR


Nada nuevo bajo la luna
Cuando me subleva la sangre
Sobre las sábanas
Aún tibias
Restos
De la última batalla perdida.

domingo, 5 de julio de 2009

Diario de Interrupciones de Gavy Yauza



(El Sentido Práctico de las Galletas)
I
Anoche en el cine había unos chicos de gran charla en medio de la película. Me dieron ganas de tirarles algo. Justo tenía una caja de galletitas así que volaron un par. Fue un segundo. Después me dio un ataque de risa. El estaba sentado en la butaca siguiente, y apenas si podía concebir tamaña conducta. Se sorprendió. No me creía capaz. Tampoco fue gran cosa, las galletitas eran justamente eso, pequeñas. Se me ocurrió que estaría genial tener a mano un paquete, siempre. Dado que mi margen de tolerancia para las imprudencias ciudadanas es bajísimo, sería todo un presupuesto. $ 20 por semana destinado a la compra de galletas para tirarle a la gente desconsiderada. A saber: cajeras de supermercado; gente que se mete en la cola; empleados que atienden mal; parlanchines en el cine. Se sintió tan bien… se callan, miran para atrás, luego salen rápido de la sala. La operación fue un éxito.
Así debe comenzar la violencia entre países. Debe estar mal.

II
Esta vez me levanto temprano y mientras desayuno leo el diario. Sale algo sobre el tipo ese de Mendoza. El chacal argentino. Me da tanto asco que arruina mi café y decido cerrar la ventana y buscar en otro lado una noticia feliz. La bocina me llama, con más poder convocante que la mismísima vocación docente. Y bue, subo nomás, como todas las semanas. Algunos colegas duermen en la camioneta, otros escuchan radio y se ríen. No deja de ser un fastidio escuchar chistes a las siete, una mañana de invierno mayúscula. Los chicos esperan en la ruta. Sentados en nuestras piernas, abrigadísimos, casi dormidos todavía. Quedan atrás las llamitas que dieron calor durante la espera. El humo impregna la ropa.
Rebotamos un poco y por fin llegamos a la escuela. Todavía está oscuro, de a poco los chicos se despabilan y empiezan a correr por el patio, abstraídos del frio. La mañana pasa en medio de mates y conjugaciones verbales. No sé qué cosa estaba diciendo, cuando me interrumpe el profe de educación física e improvisa una reunión en la galería. Pregunta sobre el embarazo de una alumna. Quedo helada. La primera consideración tiene que ver con mi ceguera: no vería una vaca dentro del baño. La segunda se relaciona con la edad de la niña. Luego vendrían algo así como 27 consideraciones. Se habla del padre de la criatura, que según dicen las malas lenguas, es un tío. Sigo con cara de burra y el resto de compañeras me pone al día. Niñas sexualmente activas, adultos oportunos. De nuevo al curso. Inicio el parloteo que incluye ideas amistosas acerca de los adolescentes, las hormonas alteradas y el sexo seguro. Del otro lado, una docena de ojitos sorprendidos hacen silencio. Es tan íntima la cuestión que tal vez ellos no entienden cómo esta mujer pretende justamente que hablen. En público. Pregunto por la familia: “La madre no la quiere. Ella vive con la abuela. La madre está en la ciudad”.
Y todo es común aquí, y tan perverso allá.
Volvemos. Durante el viaje no puedo sacar de mi cabeza la idea de comprar una tonelada de galletas. Con una caja me quedo cortísima.

III
Domingo peronista. Seguramente los compañeros recordarán jornadas electorales más felices que este maldito día en el que un empresario derechoso gana las legislativas porteñas. Ya hemos cumplido con los deberes cívicos, haciendo poco caso a la gripe. La ciudad es una fiesta. Según los estadistas, sólo fue a votar la mitad de los santiagueños. Ya que estamos en el barrio, concretamos la visita del mes a la familia. Locro, el primero del invierno en curso, y vino para la digestión. Felicidad simple y plena.
Vuelta a casa, mates para descansar. Hacemos planes, algunos más importantes. Que el albañil, que la máquina, que mis botas, que la era del hielo con los chicos, que un pantalón más porque los dos que me quedan enteros tienen algo así como tres años. Entra un mensaje, mi jefe exige que me conecte al chat. Dice que lo de la gripe es grave, que mañana compra los barbijos y el alcohol en gel. Que se viene jodida la mano. Pregunto si tiene información extra para estar tan preocupado y contesta que sí, que le pasaron el dato que se suspende todo, que hay personas asintomáticas que podrían estar transmitiendo el virus. Seguimos en el chat unos minutos más.

Estado: angustia superlativa.
Primera medida: suspendo la ingesta sistemática de acido fólico. De repente un crío no parece un buen plan.
Repaso minuciosamente cada película apocalíptica y me queda en mente un escueto pero contundente álbum de imágenes ilustrativas. Una ciudad vacía. Millones de muertos. Unos cuantos sobrevivientes circulando clandestinamente, todos con barbijo, obvio. Y me dio pena. Y me puse a llorar porque desde el estómago me subía la certeza de que el mundo se iba al carajo. Y mi gente amada seguro se iría primero, porque los de abajo lógicamente mueren así, primero.

Alguna obligación desubicada me tira a la calle. El taxi circula, y desde la ventana descubro todo exactamente igual. Ni media pandemia en la cara de la gente. Cero exterminio. Claro, una estúpida atómica. Mira si la tierra va a ser tan boba como para deshacerse de los hombres. Menos mal, se me ocurre. No sobreviviría ni media hora.

Cerraron las escuelas, para evitar que el virus se extienda. Murió otro poco de gente. Exactamente un día después de las elecciones. Claro, podemos perder la mitad de los argentinos pero no, unos cuantos diputados.
Si pudiera, haría llover galletas en buenos aires.

... de Diana Belaustegui

Sentada a su lado, incómoda con el silencio que los abrumaba, ya no quería mirarlo.
Los anhelos, deseos y planes conjuntos se habían desvanecidos en los largos e impiadosos brazos del tiempo. Todos los sentimientos que sacudían su interior cuando ese hombre aparecía, en algún momento de la historia se los había tragado el olvido, la nada, una mancha oscura y amorfa dispersa en el aire. Pronto lo bueno y dulce se le antojó irreal… ¿Lo había vivido o solo imaginado? Las palabras sobraban.
Se levantó tomando el bolso y caminó hacia la puerta. Abrirla y mirar el exterior fue experimentar una libertad embriagadora, una euforia delirante. Al cruzar, la calidez del cuerpo la abandonó, cerro la puerta y las manos se crisparon en torno al picaporte. Dar tres pasos hasta la escalera fue repasar etapas vividas, recordar quimeras, sentir sabores y colores que se perdían al momento de aparecer. Bajó las escaleras como una autómata. ¿Qué le pasaba en el pecho? ¿Qué era ese frío de tumba que ahora le dolía en los huesos?
Y se fue, avanzando en un camino de concreto, desandando avenidas misteriosas de mente, cuerpo… ¿alma? ¿La tenía? ¿Había atravesado aquella puerta llevándose todo lo suyo?...
…….
El hombre, sentado aun al lado de la mujer que amaba, suspiro enamorado.
Rodeó con los brazos aquel cuerpo translúcido y besó la calidez de sus hombros.
La amaba… le pertenecía… no la dejaría partir.
Perdonaría la fugaz idea de abandonarlo. Reclamaría esta presencia como suya. La materia no era ser si su esencia la abandonaba.
La amaba… le pertenecía… no la dejaría partir.

Pensando de Abel Ernesto Miranda



Por el costado de las acequias, allá, verdeando está la lechuga, linda, que si yo fuera un gusano mirá qué mundo tendría. Ojalá que repita así no voy a ir al surco. Fiero es ir, fiero; la concha de la lora, cuando hace frío las manos te duelen y te dan ganas de llorar… Han soltado la agua del canal, van a regar los Sánchez; al papi le toca el viernes. Y cuando la señorita me diga cuál es el verbo yo me voy a hacer el pelotudo y no voy a contestar, cara de pavo voy a poner, así mirá. Ella se va a enojar, pero bueno…Y qué linda que es. Yo ya estoy gallito para ella. Pero qué se va a interesar en mí se ella es tan linda, y yo soy del campo. Y cuando noviemos vamos a hacer el rancho allá donde se juntan las acequias y yo de vez en cuando le voy a traer florcitas rojas… Ahá soñá nomás. Aunque el Luís se la cogía a la señorita Susana que era linda. Hijo de puta el Luís y había sido su alumno. Si hasta la vieron llorando por el Luís cuando se juntó con la Ofelia. El Luís le dijo a los changos que esas no eran mujeres para los de aquí, que yo los quiero ver a ustedes…Y yo le creo. Aunque los otros se le caguen de risa, yo le creo. Los otros le dicen que no se le para la verga, que es medio puto. Ahá claro y por qué lloraba la señorita Susana.

Así voy a hacer. Cara de boludo… Cómo se enoja la señorita cuando pongo esa cara. Pero yo, aunque la quiera no quiero ir al surco. Tengo un año más…Ahí me voy a cagar. A veces pienso che, no sé vos, pero a mí me agarran esas ideas cuando a la hora de la tarde el sol deja rojo el horizonte, pienso que uno es como una piedra, como una piedra lanzada a una laguna. Así pienso yo… no sabés cuándo mierda te vas a hundir y no das más sapitos. Miralo al viejo Juan, muchos sapitos dio el viejo y se hundió, sabés las veces que se habrá cagao de frío el viejo, y el sabía decir que lo mejor era trabajar… Viejo pelotudo de mierda, trabajar para irse a morir como un perro. Si patrón nomás sabía decir, sí patrón decía y bueno, se hundió nomás. ¿Vos le mirás las tetas a la madre de ale cuando le da de mamar al hermanito? ¡Yo no!

jueves, 2 de julio de 2009

Guía para Desconfiados, Desdichados y Ansiosos de Mauricio Rey

Seguir a las ideas y no a los hombres,ese es el itinerario de un militante.Enamorarse de una causa y sentirla como propia, sentir el dolor en lo profundo de nuestro ser o en la misma piel. Asi ha de ser la persona, no renunciar a lo que se cree como justo, buscar los medios posibles para que el bien deseado se haga realidad.

Resultan útiles y sonoras estas cosas cuando no hay mas que un embeleso, cuando no se ejerce el arte de la sospecha, o mas bien el saber objetivar y ver atentamente todo, examinar cada paso, cada palabra, mirar la historia y el presente;puede parecer imposible, pero en alguna medida ha de ser un instrumento eficaz y una actitud, sino constante, al menos que nos sirva para estar despiertos, para no ser arrastrado como una manada en busca de lo que "los hombres éticos"

llaman el bien común.Para no ser los tontos que compran esa mercancia que está al alcance y sólo unos pocos conocen mientras mienten que puede ser alcanzada.De a poco, paso a paso, ojalá eso fuera cierto, ojalá pudieras verlo, tal vez lo sepas y estés mirando a otro lado porque caen flechas sobre tu frente, porque sé que te duele y duele caer de un pedestal, cuesta ser idealista y mantener las ideas, cuesta creer cuando hay quienes en nombre de ellas cometen atrocidades, pierden el norte de la caravana y les interesa ascender en la escalera del poder:Ese fruto apetitoso al que conoces y no has tenido reparo en robar y exhibirlo frente a bocas hambrientas y cuerpos deseosos de hacer el bien, has matado los sueños, por eso y por otras cosas es mejor no creerse todo.

Aunque me dirás que hay listas interminables de personas muertas por sus ideales, pero hay otra mas larga de quienes en pos de ellos han sido traicionados, han entregado todo de sí para nada.Han quedado vacios y en la mas horrible de las soledades, presos en una carcel austral o desterrados a vagar por mares, rios, desiertos, escapando de la ley, temerosos de encontrarse con sus guardianes, ansiosos de romperles la cara con un puño cerrado y directo a la mandíbula y acabar con tanta falsedad.

miércoles, 1 de julio de 2009

Quiero estar