jueves, 24 de septiembre de 2009

Ceremonia, de Juan Aragón

septiembre de 2009

Ceremonia

A Néstor Mendoza.

Cuando vivía en la Catamarca, solía pasar largos ratos tomando mate. Después de la siesta leía revistas, un libro o conversaba con alguno mientras mateaba. En la pensión había un estudiante de Buenos Aires. Yo no lo tenía en cuenta al porteño, me parecía medio atropellador, que se las tiraba de no sé qué y qué sé yo, ¿viste?

Yo ponía la hornalla en mínimo, cosa que el agua se calentara de a poco. Mientras, me cebaba los primeros mates. Una vez el porteño me preguntó por qué no calentaba el agua con el gas en máximo. Le expliqué que así estaba bien. El porteño, estudiante de ingeniería me dijo: “Para vos, la velocidad de calentamiento del agua es directamente proporcional con su sabor”. Casi una burla era.

El tipo seguro que no me recuerda, y que recuerda menos esa frase. Pero yo he pensado mucho en eso. Y hace poco hallé una respuesta que, si lo viera el porteño, se la diría. Viene a ser más o menos la siguiente:



El mate no es una infusión, menos una bebida y menos que menos una costumbre. Sobre todo para quienes lo gustamos amargo, es una forma de introspección. Es entrar despacito en los propios pensamientos, como pidiéndoles permiso para permitirse tratarlos en el fondo del alma, sin importunarlos mucho. No es una ceremonia como la del té, que tiene reglas fijas para todo el mundo, sino más bien una etiqueta personal. Cada uno le entra de manera distinta. Y a mí me gustaba, y me gusta hacerlo de a poquito, para no molestar ciertos espíritus que me habitaban en ese tiempo y que yo creía que podían ser dañinos. Lo que es la vida, ¿no? Gracias a esos mates que se ensanchaban a medida que pasaba la tarde, confraternicé con los duendes de mis pensamientos y ahora convivo con ellos, como el amigable consorcio de un edificio.

Conclusión: Si lo ven al porteño, digalén que un día de estos pase por casa, así charlamos de cosas de la vida, mientras cebo mis mates lentos, directamente proporcionales con su sabor.

Asunteando a la vecina. En el Ulluas. http://www.juanaragon.blogspot.com/

2 comentarios:

  1. ¡¡Odio el mate!! pero lo pintas tan exquisito, no en su sabor sino en todo lo que provoca!!! que si yo pudiera hacer un pacto de armonía con las sombras de mi alma con un mate de por medio... te juro que ya mismo comienzo!!!
    Me encantó el texto.

    Diana

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  2. El mate no es una bebida. Bueno, si.Es un líquido y entra por la boca.Pero no es una bebida.En este país nadie toma mate porque tenga sed.Es más bien una costumbre, como rascarse. El mate es exactamente lo contrario de la televisión: te hace conversar si estas con alguien, y te hace pensar cuando estás solo.
    Cuando alguien llega a tu casa la primera frase es "hola" y la segunda, "¿unos mates?".
    Esto pasa en las casas. En la de los ricos y la de los pobres.Pasa entre mujeres charlatanas y chismosas,y pasa entre hombres serios o inmaduros. Pasa entre los viejos de un geriátrico y entre los adolescentes mientras estudian o se drogan.
    Es lo único que comparten padres e hijos sin discutir ni echarse en cara.
    Peronistas y radicales ceban mate sin preguntar.En verano y en invierno. Es lo único en lo que nos parecemos los malos y los buenos. La gente pregunta, cuando no hay confianza:"¿dulce o amargo?. El otro responde:"Como tomes vos".
    Los teclados en Argentina tienen las letras llenas de yerba. La yerba es lo que hay siempre, en todas las casas.
    Simepre. Con inflación, con hambre, con cualquiera de nuestra pestes y maldiciones eternas. Y si un día no hay yerba, un vecino tiene y te da. La yerba no se le niega a nadie. Ninguno de nosotros se acuerda del día en que tomamos por primera vez un mate solos. Pero debe haber sido un día impotante para cada uno. Por adentro hay revoluciones.
    El sencillo mate es nada más y nada menos que una demostración de valores...
    Es la solidaridad de bancar esos mates lavados, porque la charla es buena. La charla, no el mate.
    Es el respeto por los tiempos para hablar y escuchar, vos hablás mientras el otro toma y viceversa.
    Es la sinceridad para decir: "!basta, cambiá esa yerba!". Es el compañerismo hecho momento. Es la sensibilidad al agua hirviendo. Es el cariño para preguntar, estúpidamente,"¿está caliente no?". Es la modestia de quien ceba el mejor mate. Es la generosidad de dar hasta el final. Es la hospitalidad dela invitación.Es la justicia de uno por uno. Es la obligación de decir "gracias", al menos una vez por día.
    Es la actitud ética,franca y leal de encontrarse sin mayores pretensiones que compartir.
    Ahora vos sabés: un mate no es sólo un mate...
    Lalo Mir. En el progama "Lalo bla bla".

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