domingo, 6 de septiembre de 2009

Moldavia, de Néstor Mendoza


-Estamos hecho mierda, hermano.-

Me decía mientras vaciaba la última botella de Quilmes de la noche. Los mozos apurados, amontonaban sillas sobre mesas, pasaban el trapo al piso, muy apurados. No decían ni mu, pero ciertos ritos no necesitan del verbo.

-Estamos hecho mierda y encima nos echan a la mierda, no hermano, no hay lugar para nosotros; ni aquí, ni en la China, ni en Moldavia.-

Yo escuchaba en silencio. Mientras por la calle remiseros aburridos y una ambulancia gritona se dirigían a destinos que no se saben. Lo entendía perfectamente porque tambien soy un tumbado que a pesar de todo se anima a flotar.

-Encima Boca que pierde. Los domingos me pegan mal, para el culo me pegan…Que rara es la palabra Moldavia ¿no?, a mí me hace acordar a los moldes donde mi vieja hacía bizcochuelos. Los de chocolate me gustaban. Moldavia es como un molde raro pero con olor lindo, a cocina, a los chicos que venían a tomar el mate cocido mientras escuchábamos en la noblex siete mares las hazañas de Maradona y Brindisi. Era el 81. Ahí relataba el uruguayo…El ta ta ta gol. Morales, Víctor Hugo. Esos años eran lindos. No sé, yo la pasaba bien. Era como la familia Ingalls. Todo bien, aunque la cosecha o un rayo hicieran todo mierda. ¿Te acuerdas?, a ese Ingalls le pasaba de todo pero siempre iba para adelante, pero claro, el estaba en el equipo de dios-.

Uno de los mozos se acerca con su mejor cara de cancillería y nos dice:

-Muchachos, en un rato cerramos.-

Nosotros seguimos como si nada. Mejor dicho Jacobo, mi amigo, siguió, no podía parar.

-Pero después, no sé cuando, dejaron de gustarme los domingos. Ese tufo a misa, los parlantes en el Vinalar apilados y martillando con toda esa cumbia. Ojo que no tengo nada contra eso, es como un Woodstock bizarro, pero me ponen triste; escuchar eso de los iracundos, los cantores del alba y el colmo de los colmos es cuando vienen los wawanco, y ahí se pudre todo… No sé me pone triste y me hace doler la cabeza. Y me hacen acordar al combinado donde mi vieja ponía esas cosas. Y yo que andaba ya con esas ideas de los police o los stone. Además deben ser los años, uno se pone hincha pelota ¿no?... Pero lo peor de todo…como se llamaba esa canción de Baglietto que dice: “y la radio transmite el empate cero a cero de ferro y platense”, ¿era así no?-

Tomó el último vaso de un solo saque. Fondo blanco. Domingo blanco. Domingo de nada.Los mozos nos rodeaban de a poco y ya no eran ministros de relaciones exteriores, habían metamorfoseado en pocos minutos en elementales patovicas. Pagamos y salimos del lugar, no sin antes putear un poco. ¿Bardo sin sustancia?

- No quiero volver a casa, vamos a la Libertad, necesito aire.- me dice.-

Jacobo tambaleaba, hacía el ocho, yo mantenía raramente la línea. A lo mejor porque un susurro, una voz extraña, de otro lugar, me soplaba el ánimo para no caer. Uno mal es jodido. Dos, una catástrofe. Caminamos como pudimos, él medio apoyándose en mí. Buscamos un banco frente a la fuente. Yo tenía miedo que se quebrara, que el llanto fuera más grande que toda el agua de ese ridículo redondel traído de Italia.

- Si viejo eso es el domingo para mí: el empate cero a cero de ferro y platense. Nadie gana, nadie pierde, todo sigue igual. Nada cambia.-

Su voz se hacía cada vez más pastosa y enroscada; una especie de agua punk, ruidosa y preñada de bronca.

- Y no me mires así guacho, no me tengas lástima, acordate que yo también te he hecho el aguante… No te paso factura, y sabes que no soy derrotista.-

Decía esto mientras miraba a una veinteañera, de esas que parten la tierra y toda la galaxia junta.

-Está buena ¿no? Pero nunca me va a dar bola. Yo no entiendo como la Matilde se fijó en mí. A lo mejor a estas chetas del centro les dan curiosidad los tipos como yo. El otro día me decía uno que a las burguesitas les gusta coquetear con la marginalidad, pero después se aburren y te dejan así, en Moldavia, hecho mierda; terminan con un contador o con uno que canta. No lo entiendo, capaz, que es la guita o el escenario. Son la misma cosa me parece… No, ni aca derrotista soy, te acuerdas como la pasamos en el 93? Cuando fuimos a la casa de gobierno, ¿y quemamos todo? Y en la casa de chespirito me saqué un champú de aquellos, de los caros. Eso si que fue lo mas parecido a una fiesta que me acuerde. Y estuvimos con los jubilados, con los de la UNSE cortando las calles, fuimos a los piquetes y después lo corrimos al tata con Leyla y Patricia, con dos fotos lo corrimos. Te lo digo negro, la Libertad es más que una plaza. ¿Cuantas veces vinimos? ¿Te acuerdas? Con nuestras banderas rojas. No nos querían por troskos, porque decian que no era político…todas esas boludeces. Y siempre con vos. La Matilde no existía entonces, no existe ahora, pero vos estas. Che perdona que me ponga maricon, pero un domingo así, ¿da para mariconear no?

Quedamos un rato en silencio. El frío nos empujó a levantarnos sin decir nada.

-Loco vamos a casa, no quiero estar solo esta noche; te diría para ir a un quilombo, pero ni para eso me da. Se me ocurre que si estoy con alguna, no voy a estar, voy a estar lo mismo con la Matilde. Mejor no. Vamos, busquemos un remis.-

Nos costaba encontrar alguno desocupado. Finalmente en La Belgrano y Pedro León Gallo encontramos uno, de esos destartalados que no se fijan en la traza de los candidatos; porque los nuevos, los de las empresas bienudas pasan de largo cuando ven la cara de borrachines. Es como que suponen que no habrá paga o tal vez quilombo, o un fierro de por medio. El viaje fue en silencio por suerte, porque los remiseros tienen la costumbre odiosa de hablarte de cosas que por ahí no interesan. Siempre cuentan lo mismo: “que las pendejas se regalan, que no sabes lo que me pasó el otro día a la salida de un boliche, no tenía plata pero me hizo un pete…y que la calle está difícil y bla bla. A veces me engancho, pero hoy no. Hoy no da para farsear. A veces sospecho que son grandes mitómanos. Debe ser por el embole de estar todo el día ahí sentados. Eso si, son grandes informantes, saben todo el movimiento de la calle: los accidentes, las movilizaciones, los chimentos políticos, y siempre el fútbol. Y que la vieron a la Nina o cosas así.

Llegamos. Mi amigo vive cerca de las palmeras.

-Las palmeras salvajes, que grande Faulkner ¿no?... No entiendo como me dio bola. Claro debe ser por el chamuyo de profesor de filosofía, primero bien, porque les parece raro. Pero el problema viene después, cuando falta el bife y ahí pinta el contador o el cantorcito de folklore conocido. Aparecen en la tele y todo eso. Y yo como pelotudo con mi Hegel y toda la huevada de la metafísica.-

Decía esto mientras hurgaba en todos los bolsillos: los del vaquero, de la campera y maimanta. Yo estaba un poquito más lúcido, solo un poco, y encontré mi billetera, pagué y encaramos a la casita. Como era de esperar, embocarle a la cerradura fue todo un proceso.

-Kafkiana la cosa- me dice-

Porqué Jacobo cuando está en pedo se pone así, como más lúcido. Una lucidez espantosa. Surrealista cruzada con barrio. Por eso es mi amigo. Es un talento pero no lo sabe, o no se lo cree. Se lo dije pero siempre me contesta que la fama es puro verso. No dice cuento, dice verso. Es un poeta, una chispa en medio de las palmeras, el vinal y el salitre.Entramos. La cocina y todos los ambientes en un estado lamentable: platos apilados y sucios, colillas de cigarrillos por el piso, ropas por todos lados. Postales del abandono.

-Bueno, no sirvo para estas cosas, además no me importa ni aca. Para que sirve la limpieza- me dice-. Si todo está podrido, eso también era una letra de algo ¿no?-

Puse la pava para hacer un té. Busque aspirinas en el botiquín del baño. Y después de darle la medicina que recomiendan para estos casos, lo metí a la ducha. A esas alturas era un espantapájaros. Ya casi sin poder sostenerse. Lo dejé En el baño, bajo la lluvia caliente.

-Loco, quedate a dormir, no quiero estar solo. No me dejes solo. me decía desde el baño.-

-Ah y acostate en la cama grande, acompañame, llevate el grabadorcito y pone todos tus muertos, por ahí debe estar dale aborigen… No, mejor buscá nena de Hiroshima. Por lo menos me duermo escuchando lo mío. Basta de Aldo y los pasteles verdes…. Me tienen podrido. Y me tiene podrido esto de caminar tanto para que otros se lleven el premio. ¿Para que marchamos tanto? Si después quedan igual los mismos.-

Cuando terminó de bañarse entró a la pieza. Yo ya estaba ahí, tapado, con el grabadorcito al lado.

-Bueno loco, gracias por quedarte, no sé que va a pasar, pero si pierdo el invicto no me calienta. Una vez más, otra más. Pero creo que no soy tu tipo-.

Se acomodó como pudo y en menos de diez minutos estaba bien mosca. Yo en cambio no podía dormir, lo miraba de reojo. Ahí estaba un gran tipo. Honesto, fiel, bueno. Y me preguntaba para que servía todo eso. Lo miré durante largo rato. Jacobo vencido y tal vez soñando con un lugar mejor. El domingo se moría, el Vinalar dormía con el lunes por la madrugada lleno de svásticas en el cielo. De a ratos se sacudía, se babeaba y apenas audible decía cosas raras, como una jeringoza de chicos. Afiné los oídos y logré desentrañar los sonidos: Moldavia, Moldavia, Moldavía; repetía como un mantra… Y me dormí.

Lunes 31 de agosto. Ejército Argentino, un barrio.

3 comentarios:

  1. Nestor querido, en esta madrugada me tome un rato para leerte, y los otros textos que me pasate tb.
    Hablamos de este cuento antes y meresulta increíble lo maravilloso que quedó.
    Espero, por el bien de todos, que sigas ensuciando cuadernos.
    Cariños!

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  2. le falta pulir bastamte, las frases, la pelea del dialogo sin acabar entre el narrador y jacobo... de no ser por kafkiana la cosa, buena frase, la presencia del otro era innecesaria...
    no me lo quiero imaginar a ud aburrido?
    ademas no es la cuestion endiosar al personaje, dele margen de errores, de que era un trosko perfecto?
    y si ahora se vendio y escribe en un blog?
    hagalo real...

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  3. Me gusta como está escrito esto, pero por momentos no me parece muy realista. Está tan bien que hasta me resulta detestable Jacobo! Muy divertido... y triste a la vez.
    Un abrazo

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