sábado, 27 de marzo de 2010

Carta - Maximiliano Jozami

Querido hermano Manuel
hoy el pan del desayuno
lo comí pensando en vos.
Hace días te llamé
y estabas tan lejos
no sólo en Tucumán
sino que hablabas de estoicos
Leibniz, mónadas
y Spinoza.
Te hiciste el perdido
y no mencionaste
a Wajda ni a la Ekberg
salvo que te habían robado la cámara
Pero esta mañana
me di cuenta
que los golpes nos mandan
cada vez más cerca
del mismo rincón.

Compartimos más
que las ojeras
una carga
como un yunque
atado al alma
esta mañana
me di cuenta
que la muerte
no es un cuadro;
es el montaje
de esta vida
duelo estéril.
Lo sabías
viejo choto
desde que tus padres
iraníes
te entregaron
en Tucumán.
Has vivido
tanto tiempo
con la puta
al lado
y los dos
sabemos
que no te has acostumbrado
que te espanta
como manchas blancas
por las noches
y que aúllas
a ver si se escapa
a ver si olvidas
a la
que te dejó
por un pigmeo
hecho de clichés
a ver si vuelve
aquel amigo
que subió a un colectivo
y no bajó más
aquellos días
cuando el Capital
no sabía de sutilezas.

No sé si te conté
pero estuve acompañado
en la Fontana
y en el túnel
de Ladrón de Bicicletas
Via Veneto
Piazza Vittorio
y la terminal
donde Pier Paolo
se embarcó
tras su última mamada.

Pero esa mujer
se ha ido
Y ahora mi sombra
es más profunda
que una daga.

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