Viajar para mí, siempre es algo placentero, salvo situaciones que ameriten lo contrario. Ese sábado, habia llegado a la terminal de ómnibus en Santiago del Estero, esperé y llegó después de media hora el transporte que me llevaria a Forres, distante a 48 km de la capital.
De a poco se iba alejando de aquel paisaje urbano para tomar el camino por la ruta 34. Viaje tranquilo, en el que al costado se observan estaciones de servicio y hoteles alojamiento, en la misma y distinta proporción. De a intervalos el omnibus se detiene para que los pasajeros suban y bajen.
Llego a la ciudad de Forres, me encuentro con quien tenia pautado, me entrega un disco y un libro, charlamos poco porque ella debe irse a su casa a atender menesteres propios. Me despido, y como tengo tiempo suficiente escribo en la libreta que llevo conmigo. Enfrente mio está la estación de trenes, en sus vias hay una formación de un tren carguero, tengo cierta melancolía por aquello que alguna vez comunicó el centro del pais con el último pueblo argentino, pero que en éstos treinta o veinte años ha pasado a manos privadas que han lucrado y han dejado afuera a miles de ferroviarios; tal como cuenta la canción del cantautor cordobés Jairo. Mas allá de eso, tengo la esperanza de que esa formación vuelva a mover el pais.Ha llegado el omnibus que estaba esperando, toma rumbo a la ruta nuevamente, y la magia sigue intacta. Me duermo!!! despierto en La Banda, la vuelta está cada vez mas cerca. Otra vez el rio Dulce, la autopista que separa y une Santiago de la vecina La Banda. El rio y su majestuosidad, y el peligro de ser tragado por el. Tambien se divisa la estatua de El Cristo, de Roberto Delgado. La cancha de Union Santiago. Estoy en mi ciudad, estoy dejando impresiones, tomo nota del viaje.
De a poco se iba alejando de aquel paisaje urbano para tomar el camino por la ruta 34. Viaje tranquilo, en el que al costado se observan estaciones de servicio y hoteles alojamiento, en la misma y distinta proporción. De a intervalos el omnibus se detiene para que los pasajeros suban y bajen.
Llego a la ciudad de Forres, me encuentro con quien tenia pautado, me entrega un disco y un libro, charlamos poco porque ella debe irse a su casa a atender menesteres propios. Me despido, y como tengo tiempo suficiente escribo en la libreta que llevo conmigo. Enfrente mio está la estación de trenes, en sus vias hay una formación de un tren carguero, tengo cierta melancolía por aquello que alguna vez comunicó el centro del pais con el último pueblo argentino, pero que en éstos treinta o veinte años ha pasado a manos privadas que han lucrado y han dejado afuera a miles de ferroviarios; tal como cuenta la canción del cantautor cordobés Jairo. Mas allá de eso, tengo la esperanza de que esa formación vuelva a mover el pais.Ha llegado el omnibus que estaba esperando, toma rumbo a la ruta nuevamente, y la magia sigue intacta. Me duermo!!! despierto en La Banda, la vuelta está cada vez mas cerca. Otra vez el rio Dulce, la autopista que separa y une Santiago de la vecina La Banda. El rio y su majestuosidad, y el peligro de ser tragado por el. Tambien se divisa la estatua de El Cristo, de Roberto Delgado. La cancha de Union Santiago. Estoy en mi ciudad, estoy dejando impresiones, tomo nota del viaje.
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