sábado, 13 de junio de 2009

De soledades y tristezas, por Diana Beláustegui

DE SOLEDADES Y TRISTEZAS.




Intentaba recuperar el aire perdido. Todo el cuerpo le dolía más el alma aun no despertaba, sumida en profunda conmoción. Arrastrando un poco los pies se dirigió hacia la habitación y ni bien se recostó en la cama quedo profundamente dormida.
A las dos horas y treinta y cinco minutos sus ojos se abrieron, intentó incorporarse pero no pudo, era como si ya no dominase aquel cuerpo, permaneció tendida, como una muñeca de trapo, mirando más allá del techo… pronto comenzó a tomar conciencia de donde estaba, de lo que había pasado y lo hecho.
Sentía como el corazón se le inundaba de tristeza, cocido y zurcido mil veces, era un estropajo, la coraza se le desprendía en jirones deshilachados dejando filtrar la angustia y desazón.
-Que tristeza más honda tengo rasgándome el pecho- exclamó en voz alta- tendría que haberme acostumbrado ya al dolor pero no lo hago y siempre termino desmoronándome… ¡cuantas lágrimas derrame en mi vida! Cuantos rincones de mi casa fueron escondites para que nadie más supiese de mi dolor- pensó en él y reflexionó- Toda mi existencia buscando cariño, contención, un brazo protector, una palabra dulce… supongo que todos tenemos esas necesidades, pero yo las anhelaba tanto. ¡Tanto! Hacía mucho que no me sentía tan triste, esta soledad me carcome el alma, me roe los huesos. –miró hacia la ventana y continuo pensativa – cuando era chica podía estar rodeada de gente, pero que tristeza y abandono me torturaban por dentro. Recuerdo que solía entrar a mi cuarto, cerrarlo, apagar la luz y acurrucarme en un rincón para llorar mi desdicha. Nunca me faltó mi madre, nunca me faltó mi padre; pero tenía esa herida dentro. Y fui creciendo. –explicó – a veces creía ser una más y hasta llegaba a sentirme normal – silencio – pero luego caía y la tristeza y la soledad me golpeaban recordándome que no soy como los demás.- Silencio de nuevo- ¡Me duelen tanto las manos! ¡Y todo está tan sucio! ¿Qué será de mi vida ahora?- preguntó, como si estuviese intercambiando confidencias con alguien- Antes él me levantaba el ánimo, me cuidaba cuando esos sonidos no me dejaban pensar… Me solía sentir extraña. Como flotando por el aire, ajena a mi cuerpo. Últimamente eran situaciones muy espaciadas, poco frecuentes… él me ayudaba. Él era mi cable a tierra, mi bálsamo para el alma. No sé que pasó después, con el tiempo comencé a sentir que no me prestaba atención… y comprendí que ya no me amaba. Él siempre juraba quererme, pero muy dentro de mí sabía que algo había cambiado, volví a sentirme sola con frecuencia e intensidad. Una mujer sabe. Una mujer lo intuye. Lo miraba dormir y lo odiaba, no se cuando comenzó a molestarme su manera de hablar, de mirar, de pensar. ¿Habría sido la rutina? Supongo que eso minó la relación y creó un abismo justo en el momento en que yo necesitaba de un abrazo, un beso, una caricia. ¿Pedía mucho? ¿Era tan difícil llegar y abrazarme… darme un beso? – las lágrimas le corrieron por el rostro - ¿Era tan difícil?- grito ahogada y se repitió lo mismo gritando una y otra vez, luego cayó en un sopor que la dejó sin fuerzas, casi dormida, un poco en si, un poco en otro lado.
-¡Ay Dios mío! – Lloriqueó media hora después- ¿Porque me duele tanto? ¿Porque lo amo tanto si él a mi no? ¿Porque tengo que suplicarle cariño? ¿Por qué? ¿No lo merezco?- Se convulsionó en un llanto profundo; en cuanto se fue calmando se sentó, los ojos hinchados, la nariz colorada, había otro brillo en la mirada, era como si la mujer destruida hubiese quedado laxa sobre la cama y otra se levantara en su lugar, nueva, titánica, radiante.
-Hoy comienza mi vida. Seguramente si abriese la ventana, estaría saliendo el sol y una mariposa revolotearía junto a mi cara y me haría cosquillas en la nariz- Sonrió imitando con la mano el vuelo de la mariposa.
-Seré una mujer nueva, exorcizada ya de malos sentimientos, seré más fuerte, más risueña, tranquila, no andaré apurada, transpirando, temblando de ansiedad, reiré más, lloraré menos, cantaré más, rezongaré menos.- Se levantó con ganas y se paró erguida, brazos arriba, piernas separadas, cabeza en alto.
-Se está gestando en este momento un nuevo ser. Hay un nuevo ADN. Las células se están regenerando… voy a nacer, una nueva mujer puja por salir.- Caminó hacia la cocina dando vueltas, danzando eufórica y tomó un cuchillo.
-Estoy lista, necesito salir y respirar por primera vez- acercó el cuchillo al brazo y con un movimiento seguro y triunfal, rasgó la piel. Comenzó a hacerse cortes en la panza, en las piernas, en el pecho… y a disfrutar de ese dolor que le auguraba una vida mejor. Se veía nacer. Estaba saliendo de ese traje gastado, viejo, vapuleado, maltratado. De cada zona en donde la hoja del cuchillo abría una zanja, una luz refulgente emergía. Ese dolor profundo, le daba calma y seguridad, sentía que su alma dejaba de sufrir. La metamorfosis era necesaria y ahora que lo meditaba mejor tal vez toda su desdicha y desventura fueron la crisálida, ahora sería más valiente y fuerte. Caminó hacia el espejo, más no pudo mirarse, su propio brillo la enceguecía. -Vuelvo a la vida, con una nueva vida. Tengo otra oportunidad, todo será hecho con corrección, no suplicare por amor, no lloraré a escondidas, hablare fuerte, miraré a los ojos, reiré a las carcajadas… ahora comprendo que era necesario dejar todo para recomenzar, cuando él despierte se encontrará con la muda de la vieja mujer y entenderá que ya no lo necesito, que ya lo he superado, llorará desesperado, se tomará de la cabeza con ambas manos y se tirara del cabello, impotente, comprendiendo que me ha perdido, que debió valorarme, que todo lo que me había negado fue el motor de una nueva búsqueda, que su desamor fue el impulso que estas alas necesitaban para volar, resurjo siendo una persona parecida a las demás, ya no seré extraña, caminaré como el resto del mundo sin que voces desconocidas me atormenten la mente, sin que tanto dolor signe mi camino.-
Abrió la puerta con fuerza, haciendo a un lado con el pie el cuerpo inerte de un hombre que tenía el rostro horriblemente desfigurado con cortes y golpes… y salió feliz, sonriente, los ojos desorbitados, el cabello despeinado, semidesnuda, la piel hecha jirones… desangrándose.

2 comentarios:

  1. Me gustó, un poco extenso y salvo los lugares comunes. si soy un odioso, pero es mi naturaleza.

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  2. comparto lo de gavy: hay imágenes bien interesantes. Por cuestión de gustos y nada más le sacaría algunas adjetivaciones que vuelven un poco pretensioso el texto, sigue así, escribe, escribe, escribe. Tomo las palabras de PABLO RAMOS:" descubri que podia hacer algo más con mis obsesiones: ESCRIBIRLAS"

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