Culiar, lo que se dice culiar, un hombre no puede decir que ha culiado hasta que no lo ha hecho con una puta. Decime machista, decime animal, decime lo que quieras, pero es así, te guste o no, quieras o no quieras.
Pero, por qué no te compras unas cervezas, unas papitas, aceitunas, algo, hermano, antes de que empiece el partido. No nos tengas así. Meta, andá boludo, ¿qué mierda estás esperando?, ¿que cierre el gallego de la esquina? Andá antes de que me caliente del todo y me vaya al carajo de aquí
¿Vos dices que conoces las putas?, ¿sólo porque has hecho lo que vos le llamas “un trabajo de campo” para una materia de sociología con las chicas de la Belgrano y las de la placita frente a la parroquia San Roque? Uy, mirá como tiemblo, mirá infeliz, me cago en tu trabajo de campo y en tu puta sociología. ¡No querido!, esas no son putas, disculpame que te lo diga, esas son simples busconas, rameras baratas, pendangas, pulpos, minas que se disfrazan de putas por la noche, pero que durante el día trabajan de empleadas domésticas o son señoras de la casa que van a comprar el pan a la esquina, igual que tu mujer, igual que mi madre, cuando no son travestis y te han hecho creer, pobre infeliz. Capaz que esas minas se cruzan todos los días con tu mujer, que ni en pedo las va a reconocer, porque de día se visten más recatadas que las minitas del barrio Cabildo, de esas que se hacen las estrechas. Putas lo que se dice putas, pero putas en serio son las del quilombo, las del volteadero, las de Cariñito, Negro el 20, el Dominó o ese otro que quedaba en Fernández, tan lindo que era, pero no sé si seguirá estando, hace tantos años que ni intento ir.
El simple es ella abajo y vos arriba, es la clásica, la posición del misionero como le dicen los universitarios, los chicos del centro, los chuchetas, ahora sale 20 ó 25 pesos, según cómo te la charles, según cómo venga la noche ¡No!, nunca gratis, porque las corren a la mierda si te llegan a regalar un solo polvito. Después viene la media francesa, que es primero una buena chupada y después matraca, sale un poco más caro, ponele 30 mangos. Si además quieres una pose, “en cuatro”, como dicen las chicas, ya no es tan barato, 40. Por atriqui sumale diez pesos más. Pero lo más caro de todo, lo más que te cobra una puta de los tumbaderos es media hora. Ahora debe estar saliendo 70, 80 pesos, qué se yo, capaz que ya cobren cien derecho, pero quién va a pagar eso. El Bravozorro es otra cosa, digamos un servicio especial. No sé cuánto estarán cobrándolo en este momento, pero siempre ha salido una fortuna, ese sí que es un servicio especial, súper de luxe, de primera clase.
Con el tiempo las he ido conociendo. Eso que no iba muy seguido, digamos tres o cuatro veces al mes. Las tienen veintiún días justitos en Santiago y después vuelven a su pago. La mayoría son santafesinas, también hay alguna cordobesa y porteñas, pero pocas. ¿Nunca has ido? Es un ambiente hermoso, todo festivo, de joda pura, aunque después, cuando vas camino a tu casa te quede un regustito medio amargo en el corazón, en el alma. Y en el cuerpo, porque al fin de cuentas es como hacerte una paja en una mina, en una vagina de plástico. Todas se llaman Yeni, Sandra, Micaela, nombres exóticos, ahí no vas a encontrar ninguna María Belén, ninguna Mabel, ni una sola Gladys. Una vez a una le dije a Yeni que le iba a decir Mariné.
-Salí, vo so loco- me dice con esa tonadita rosarina que tienen todas. (Desde ese tiempo, siempre asocio la tonada rosarina con las putas, no hay caso, oigo hablar a una rosarina y ya se me quiere parar el choto). Quedé mal después de Mariné, me cagó la vida, pero la seguía amando después de que me largó a la mierda, esa yegua.
Al tiempo ya me conocía a algunas. Con Silvia siempre estábamos a punto de hacer la revolución. Yo me hacía pasar por comunista, socialista, no sé qué. De aquí salimos a matar ricos, le decía yo, los hacemos cagar de un tiro y nos llevamos la guita, mitad para los pobres y mitad para mandarnos a mudar a Europa. Ella se alegraba cada vez que me veía. A todas les hacía chistes, trataba de caerles bien. ¿Sabes cuál es el mejor premio que puedes conseguir de una puta? Un día hacerlo gratis, algo imposible, como te dije. Saber que no se está haciendo la de gozar, porque cuando llega el momento de que vos le mires la cara a Dios todas te dicen lo mismo:
-¡Ay, papito!, ¡cómo te siento!, ¡cómo te siento!, ¡meteme todo!, ¡no dejés nada de leche afuera!
Mientras vos sigues dándole bomba hasta el final, tratando de que no se te escape el momento, de que esos treinta mangos que has pagado te duren lo más posible, porque sabes que, apenas saques el choto, ella se va a levantar y te va a llamar para lavártelo. Nada de quedarse conversando un rato, después del polvito, nada de cariñitos posteriores. Y ponete el calzoncillo del derecho, no sea que tu mujer te descubra porque lo tenés del revés, es la recomendación que me hizo Mara una vuelta. Hijas de puta, además se las saben todas.
No te pongas así, ya sé que vos sos de los que dicen que nunca han pagado por sexo, uno de los puros, los impolutos, los virtuosos que siempre han culiado por amor. ¡Ay!, ¡no me digas!, ¡el niño siempre culió por amor! ¡Chuchi! Pero cuando querías cogerte una minita bien que te tenías que poner de novio primero, decirle que la querías, que la amabas, invitarle mil quinientos cafés, llevarla a bailar, sacarla a pasear y después recién, con mucha suerte te la fifabas. Qué te crees, ¿que eso no es pagar? Ya sé. No me vengas que pagas con otra moneda, es la misma mierda con distinto olor.
Y tampoco me salgas con esas mariconadas de que quieres llevar las putas un domingo a misa. Te aseguro que son más creyentes que vos, que yo, que el Obispo y que el Papa juntos, mirá lo que te digo y no te miento. Eso es una huevada, una tilinguería de chico rico, de chico del barrio Belgrano que quiere pasar por esnob, por guerrillero, por intelectual. Yo fui reconstruyendo la historia de algunas en conversaciones que he tenido con ellas, antes, durante y después de meterles el pingo en la concha hasta la mierda, si a eso iba, a coger, no a hablar de filosofía. La mayoría tiene un hijo o dos. Y en la casa, por lo general, no saben qué hacen, a qué se dedican, cómo ganan la guita. Ellas mienten que trabajan en un restaurante que una amiga tiene en la ruta. Y todos los días se comunican por el celular con la familia. De Santiago capaz que van a Tucumán, después Córdoba, descansan veintinún días en su casa y de nuevo a Santiago a laburar. Así que cada tanto están de vuelta. Creo que las trasladan para que no se encariñen, para que nadie las robe al cafisho y porque en la variedad está el gusto, se me hace. Nadie va a ir todos los días al quilombo para culiarse a la misma puta de todos los días, para eso se queda en la casa y le echa un buen polvito a la mujer, que bien se lo merece también ella, ¿no te parece?
Claro que no es de machos pagar para tener sexo, ya te expliqué lo de Mariné, que me dejó por ese otro yiro, hijo de mil tres vagones llenos de arena, cada granito de arena es una re mil puta conchuda en su línea de sucesión materna, todas puestas en fila, una detrás de la otra, que las mil parió a esas cajetudas del orto. No quería saber nada con mujeres, no quería relaciones, no quería ponerme de novio, comenzar de nuevo con las mismas huevadas de siempre, de qué signo sos, de qué gusto quieres el helado, macanas. Casi me hago puto, ¡jéh!, no lo descarto del todo tampoco, uno nunca sabe, che. Fue Rafa el que me aconsejó que fuera a las putas, ahí vas, haces tus cositas, así como de pasada, después te mandas a mudar y listo. Cuestión de descargar el tanque, nada más, pura profilaxis. Un día cualquiera Mariné me estaba amando como loca desatada y al día siguiente ya andaba de novia con ese otro, cara de víbora peinada. Me hizo mierda, yo tenía la croqueta hecha pingo, te lo digo en serio, si me quieres creer bien y si no, me da lo mismo.
Decime, ¿vas a traer o no unas cervezas, papitas, manises para que veamos el partido como Dios manda? Si no, avisá y me voy al bar de la esquina, que ahí tienen Directiví y a la mierda, hermano. Te lo digo en serio, huevón, andá. No me gusta ver el partido sin algo para picar.
Había una flaquita, esperá, dejame que te cuente, había una flaquita, Tamara se hacía llamar. Se me hace que fifaba también porque le gustaba fifar, los puntos hacíamos cola para culiarla. Tenías que pagarle una media francesa, si no era al pedo. Te agarraba la verga con un amor digno de otra causa, te digo, en serio, escuchá, no te hagas el boludo. Primero se la metía en la boca de repente, después salía de golpe y te miraba un poco, ponía los ojos como si estuviera gozando la guacha, vos, para ese entonces le pedías por favor que siga. Seguí mi vida, no pares mi amor, le decías mientras el choto temblaba de ganas, temblequeaba de ansiedad, como un bolero, esperando que volviera a tragarlo hasta el fondo. Se la volvía a meter bien despacito, arriba y abajo, arriba y abajo, pasándote la lengua por la parte de abajo de la cabeza, justo en el trangulito del placer del choto: ¡vamos!, ¡vamos!, ¡así mi puta!, ¡así!, le decías. De vez en cuando te echaba una mirada, no fuera cosa que le terminaras en la cara. Te fichaba bien la guacha, ninguna boluda, te digo. Lo chupaba con la boca, no como esas otras que te agarran el pedazo con la mano para mamártelo. Así no vale, viejo, con la mano es paja. Te lo chupaba tan bien que se te metía la sábana por el culo y después capaz que te quedaba saliendo un pedacito chiquito como un pañuelito, ¡Já!, ¡já!
Lo mejor era que no se hacía amiga. Una vez que terminabas, chau, chau, adiós, no te conozco, si te he visto no me acuerdo. Una mina dura, creo que es la única que me confesó que la primera vez que lo hizo fue con el padrastro, que la había violado sin darle cuartel desde que ella había cumplido los 11, pero no quería hablar mucho así que tampoco le pregunté demasiado. Además en ese momento no me interesaba, yo iba a al quilombo a coger, sacarme las ganas, no a andar de ortiba, averiguando mariconadas, haciéndome el redentor. Hijo de tres mil yiras el viejo, digo, pero capaz que mentía para que le diera unos pesitos más. Son todas mentirosas, no vayas a creer todo ese verso tanguero de que esas minas andan en la mala vida porque las violaban o por historias tristes, a la mayoría le gusta la guita. Lo hacen por la guita. Y por amor a la pija, claro.
Ahí te das cuenta, digo, en el quilombo, de que son cagadas, eso que cuentan de que las putas no besan en la boca. Claro que besan, la mayoría sí besa. Muchas veces me han buscado los labios para chantarme un chupón. Pero qué mierda, un beso a una de esas prostitutas es como besar a medio Santiago, es chuparle la verga, por lo menos a todos los que estuvieron antes que vos esa noche. Vete a la mierda, ni mamado las besaba. Y siempre con hule, siempre hay que llevar hule en el bolsillo cuando uno queda soltero y anda a la pesca. Como dice el tango: “ya sé, no me digás, tenés razón”, con forrito es una relación más fría. Salvo porque cuando la tienes abajo y estás por terminar le tratas de meter los dedos en el orto, hasta el fondo -¡ah!, ¡qué placer, hermano!- no hay otro contacto con las putas. Una vez saqué cálculos, si la tienes en cuatro patas, ni siguiera hay un punto de contacto entre los dos, como te dije, prácticamente es una paja de a dos.
Nos íbamos a casar con Mariné, teníamos todos los muebles. Después tuvo que ir mi vieja a hablar con la vieja de ella para repartirse las cosas que habíamos comprado, juego de dormitorio, heladera, vasos, esas huevadas. No habíamos puesto la fecha, pero pensábamos casarnos en abril, ponele en mayo como muy tarde, y estábamos en enero, así que no faltaba nada. Mirá que boludo que soy, no me daba cuenta de nada. Todo ese enero no tuvimos relaciones, primero porque decía que le había venido el asunto, después porque me mintió que le agarró una enfermedad, herpes creo que era, no sé qué mierda, después por otra cosa, no me acuerdo. La cuestión es que durante ese puto enero, si hallaba un agujero en la pared, ahí nomás lo transformaba en mi querida, andaba tan desesperado que me cogía un avestruz a la carrera, corriendo para atrás y en chancletas. Con razón andaba tan tranquila, porque así como la ves, con esa carita de nada, es más caliente que calefón Orbis, un infierno era la flaca cogiendo, una ampalagua que no dejaba ni un músculo del cuerpo sin mover, cada vez que la pinchaba. Le gustaba darle a la matraca. Si quería coger, me decía “vamo a visitar la bomba ´i Lule, primó”, haciéndose la tucumana y cada vez que oíamos la zamba esa, de la bomba ´i Lules, nos mirábamos y nos reíamos a las carcajadas, era un secreto que teníamos. Y le dábamos bomba , mucha bomba a nuestro amor.
¿No vas a comprar esa puta cerveza para que veamos el partido? ¿Entonces por qué no vas de una buena vez, conchudo de mierda? ¿Qué carajo esperas? ¿Qué te haga una tarjeta de invitación?
Además las putas no pueden andar por la calle, digo, por eso de llevarlas a misa o a cualquier otra parte, mirá las pelotudeces que se te ocurren. Tienen prohibido salir, si lo llegan a hacer, la primera vez las mandan a buscar con la cana. El cafisho las ha confiado al dueño de Cariñito, de Negro del 20 al Dominó, pero para se queden adentro. Tienen prohibido asomarse. La mitad de lo que ganan es para el dueño del tumbadero, con el resto de la guita tienen que mantenerse durante su estadía: comida, lápiz de labios, algodón qué se yo, esas cosas. Si una se escapa con un cliente, la primera vez la salen a buscar y la traen a como dé lugar, llaman a la cana y hacen la denuncia, no tienen dramas, para eso tienen coimeado de antemano al comisario, al subcomisario, al cabo, al agente, al informante, a la brigada, al jefe de policía, a quien se ponga por adelante. Pero a la segunda no la buscan más, porque ya es al pedo: la que se quiere ir se quiere ir y a la final se va a la remismísima mierda, casi siempre con un macho, que seguro que la va a hacer laburar de nuevo en lo mismo. O si no hacen como el dueño del kiosco que está frente a la estación de tren en Clodomira, que una vez se trajo una mina de no sé cuál de los quilombos de Tucumán, otros dicen que del Bajo de Salta, no sé, no calienta de dónde carajo la trajo, la cuestión es que se rajó con ella y la convirtió en su señora esposa. Y ahora son felices y comen perdices.
Todo ese puto enero la Mariné estuvo cogiendo con el otro vago, meta y ponga, mamándole la verga, haciendo el 69, seguro que andaban meta darse duro en el baño, en la cama, en el sofá del living, en la cocina, en el telo, en el auto, detrás del paraíso de su casa, en la placita de la otra cuadra, en la casa de la amiga, en la cucha del perro, qué se yó. La cuestión es que mientras yo salía por una puerta después de una visita de novio sin derecho al toqueteo, él entraba por la otra y la cagaba empalando, mirá que repelotudo que era, me quiero matar ahora que me acuerdo. La vieja lo sabía, el viejo lo sabía, el hermano lo sabía, la vecina lo sabía, la amiga lo sabía, la hermanita más chiquita también lo sabía, el barrio entero lo sabía y se cagaba de risa de mí, Santiago entero estaba enterado. El único gil que no se daba cuenta de que lo estaban haciendo re mierda, era yo, qué infeliz pelotudo. Esa tarde, cuando me dejó definitivamente, le pregunté:
-Decime, ¿no tendrás otro vos?
-Pero, ¿quién te has creído que soy?
Me dijo, haciéndose la enojada.
También me advirtió que no me dejara llevar por lo que la gente me iba a decir, que la gente era mala. Después me hizo el verso de que yo era un buen tipo, que era mucho para ella, todo eso que se dice siempre para lavar las culpas propias en la bondad del otro. “Ya vas a conseguir una chica que te merezca, una buena chica que te haga feliz”, me dijo esa tarde, pero ya a esa altura me sonaba más falso que tornillo de yeso.
Ah, el Bravozorro. Eso era una tortura china elevada a la enésima potencia. Para dejarse hacer el Bravozorro con una puta hay que ser bien macho, más de uno ha terminado perdiendo ahí. ¿Cómo es?, decime, ¿no sabes?, ¿qué has andado haciendo todos estos años? Primero tienes que llevar un palito, una lapicera, un lápiz, cualquier cosa para morder. Vos te acuestas panza abajo, abriendo las piernas, sí, abriendo las piernas. No boludo, cómo te van a culiar, no pará, ¡pará!, ¡a la final, che!, ¿quieres que te cuente o no quieres que te cuente? Bueno, te acuestas panza abajo y abriendo las piernas. La mina se dedica a chuparte exactamente el triangulito que tienes justo detrás de las bolas, digamos entre las bolas y la puerta del orto, un pedacito bien cortito de carne. Desde el principio el pingo se te pone como piedra, duro como un fierro, es un acero de Toledo el hijo de puta, y después quieres pedir por favor que te metan algo en el culo, el dedo, un palo de escoba, una botella de champán, un tarro de dulce de leche, cualquier cosa. Para eso es el palito, para que muerdas y no pidas ni aca, no vaya a ser cosa que la puta te haga caso. Después el choto te queda parado para mil quinientos polvos seguidos. Si pasas la prueba sin que te metan algo en el culo, ahí sí, decí que sos macho, decite galán, decite hombre hecho y derecho, decí que has andado cerca de la orilla, pero que no te has metido al río para pasar al otro lado.
Fantaseá mil años, si quieres, con llevarlas a la Catedral o a la casa del cura Gerardo Montenegro a escandalizar a quien quieras, pero vas a dar en penca, te lo digo yo, haceme caso, es imposible. Uno de estos días nos vamos a cualquiera de los tumbaderos, esos que vos dices que no conoces, y nos pegamos una buena revolcada con gusto a puta. Además, putas, lo que se dice putas eran las de antes. Ahora una minita del centro, hija del doctor Paz, una pendeja Meossi, una chica Erquiaga de la Vega, se viste como puta para ir al mercado a comprar medio de papa y un cuarto de menudos de pollo. Muchas de las Paz las Meossi o las Erquiaga de la Vega van a misa de once los domingos vestidas de una forma que si las vieran las abuelas las sacarían cagando del templo por escandalosas. Los curas no dicen nada porque se han vuelto suavecitos ellos también. De hecho, hoy en día y según la tele y los diarios, los únicos que quieren casarse son los curas, los putos, y pará de contar. No te vayas a creer, che, las putas son recatadas para salir a la calle, más si van a misa, o vos te crees que van a ir de bikini, media de red y portaliga, salí. Cualquiera que hable con tu mamá la convence de que es una buena chica y la hace creer que estudia en el profesorado, que es peluquera, cualquier cosa, porque además son pícaras las chicas, digo, las del tumbadero. Quiero ver si tus chicas Paz, Meossi o Erquiaga , aguantan toda una puta noche dándole haciéndose dar con esos negros de la Tabla Redonda, el Tuscal, el Borges, o el centro de La Banda o de Santiago, porque también van chicos –y grandes- del centro, no vayas a creer. A ver si se la bancan. A ver si pueden salirse de su traje de burguesas de mierda, pensando que la vida de una puta es romántica porque sufren el machismo de los tipos que todos los días se bajan la bragueta para hacerlas chupar una pija que ni siquiera pueden limpiar del todo porque les llevaría varias horas dejarlas más o menos aseadas. A ver putita, ponete en cuatro que te voy a reventar, les dicen los negros y después que se la banquen, que para eso les pagan. Con decirte que muchas me querían, mejor dicho, se me quisieron encariñar y todo, sólo porque yo las trataba bien, les decía palabritas lindas, cosas como ricura, tesora, amorcito de mi corazón y les pedía por favor, mi vida, hacete a un lado el cabello así te miro la carita y la jetita mientras me la chupas, tranquila, mi amor, que no te voy a terminar en la cara. Y ellas encantadas, porque se lo pedía por favor, mirá qué barato me salía ser bueno.
Me han contado que la Mariné se está por separar. Ya me han sondeado las amigas a ver si voy a volver con ella. ¿La verdad? No sé, en una de esas me reconcilio y la obligo a hacer cositas que antes nunca habíamos hecho, como acabarle en la cara, dejarla ciega de tanto acabarle, salpicándole la leche en esos ojos verdes hermosos que tiene, meterle una botella de sevená en el orto, una máquina de foto, un termo Lumilagro, una garrafa de quince kilos, no sé, cualquier cosa. Y después, tirarla a la mierda, como esas perritas que abandona la gente en el parque en una bolsa sólo porque tuvieron la desgracia de nacer hembras. Cualquier cosa para sacarme estas putas astas de carnero que tengo desde que me dejó. O ponerla en bolas y sacarla a andar en moto por la Belgrano. Si volvemos, no sé, algo se me va a ocurrir.
Si quieres te explico cómo algunas -no todas- te lavan la pija antes de metérsela en la boca, igual que a otros veinte la misma noche, en el mismo lavatorio sucio de cuántos que les habrán lavado el choto en el mismo lugar. Si quieres te cuento que en esos tumbaderos hay un olor rancio a espermatozoides secos de varios días, como si no los limpiaran nunca, que a los baños les siguen poniendo acaroina como desinfectante, igual que hace ochenta años, cuando mi abuelo era habitué de esos lugares, pero mejor la cortamos, porque ya estoy viendo la cara de asco que pones, ¡eh!, culiao de mierda.
Meta, che, no seas vago, andá y comprá esa puta cerveza que tengo la boca seca. ¿No ves que está por comenzar el partido y no tenemos un sorete para picar, para tomar? Decime, ¿Messi va a jugar desde el primer tiempo?
Pero, por qué no te compras unas cervezas, unas papitas, aceitunas, algo, hermano, antes de que empiece el partido. No nos tengas así. Meta, andá boludo, ¿qué mierda estás esperando?, ¿que cierre el gallego de la esquina? Andá antes de que me caliente del todo y me vaya al carajo de aquí
¿Vos dices que conoces las putas?, ¿sólo porque has hecho lo que vos le llamas “un trabajo de campo” para una materia de sociología con las chicas de la Belgrano y las de la placita frente a la parroquia San Roque? Uy, mirá como tiemblo, mirá infeliz, me cago en tu trabajo de campo y en tu puta sociología. ¡No querido!, esas no son putas, disculpame que te lo diga, esas son simples busconas, rameras baratas, pendangas, pulpos, minas que se disfrazan de putas por la noche, pero que durante el día trabajan de empleadas domésticas o son señoras de la casa que van a comprar el pan a la esquina, igual que tu mujer, igual que mi madre, cuando no son travestis y te han hecho creer, pobre infeliz. Capaz que esas minas se cruzan todos los días con tu mujer, que ni en pedo las va a reconocer, porque de día se visten más recatadas que las minitas del barrio Cabildo, de esas que se hacen las estrechas. Putas lo que se dice putas, pero putas en serio son las del quilombo, las del volteadero, las de Cariñito, Negro el 20, el Dominó o ese otro que quedaba en Fernández, tan lindo que era, pero no sé si seguirá estando, hace tantos años que ni intento ir.
El simple es ella abajo y vos arriba, es la clásica, la posición del misionero como le dicen los universitarios, los chicos del centro, los chuchetas, ahora sale 20 ó 25 pesos, según cómo te la charles, según cómo venga la noche ¡No!, nunca gratis, porque las corren a la mierda si te llegan a regalar un solo polvito. Después viene la media francesa, que es primero una buena chupada y después matraca, sale un poco más caro, ponele 30 mangos. Si además quieres una pose, “en cuatro”, como dicen las chicas, ya no es tan barato, 40. Por atriqui sumale diez pesos más. Pero lo más caro de todo, lo más que te cobra una puta de los tumbaderos es media hora. Ahora debe estar saliendo 70, 80 pesos, qué se yo, capaz que ya cobren cien derecho, pero quién va a pagar eso. El Bravozorro es otra cosa, digamos un servicio especial. No sé cuánto estarán cobrándolo en este momento, pero siempre ha salido una fortuna, ese sí que es un servicio especial, súper de luxe, de primera clase.
Con el tiempo las he ido conociendo. Eso que no iba muy seguido, digamos tres o cuatro veces al mes. Las tienen veintiún días justitos en Santiago y después vuelven a su pago. La mayoría son santafesinas, también hay alguna cordobesa y porteñas, pero pocas. ¿Nunca has ido? Es un ambiente hermoso, todo festivo, de joda pura, aunque después, cuando vas camino a tu casa te quede un regustito medio amargo en el corazón, en el alma. Y en el cuerpo, porque al fin de cuentas es como hacerte una paja en una mina, en una vagina de plástico. Todas se llaman Yeni, Sandra, Micaela, nombres exóticos, ahí no vas a encontrar ninguna María Belén, ninguna Mabel, ni una sola Gladys. Una vez a una le dije a Yeni que le iba a decir Mariné.
-Salí, vo so loco- me dice con esa tonadita rosarina que tienen todas. (Desde ese tiempo, siempre asocio la tonada rosarina con las putas, no hay caso, oigo hablar a una rosarina y ya se me quiere parar el choto). Quedé mal después de Mariné, me cagó la vida, pero la seguía amando después de que me largó a la mierda, esa yegua.
Al tiempo ya me conocía a algunas. Con Silvia siempre estábamos a punto de hacer la revolución. Yo me hacía pasar por comunista, socialista, no sé qué. De aquí salimos a matar ricos, le decía yo, los hacemos cagar de un tiro y nos llevamos la guita, mitad para los pobres y mitad para mandarnos a mudar a Europa. Ella se alegraba cada vez que me veía. A todas les hacía chistes, trataba de caerles bien. ¿Sabes cuál es el mejor premio que puedes conseguir de una puta? Un día hacerlo gratis, algo imposible, como te dije. Saber que no se está haciendo la de gozar, porque cuando llega el momento de que vos le mires la cara a Dios todas te dicen lo mismo:
-¡Ay, papito!, ¡cómo te siento!, ¡cómo te siento!, ¡meteme todo!, ¡no dejés nada de leche afuera!
Mientras vos sigues dándole bomba hasta el final, tratando de que no se te escape el momento, de que esos treinta mangos que has pagado te duren lo más posible, porque sabes que, apenas saques el choto, ella se va a levantar y te va a llamar para lavártelo. Nada de quedarse conversando un rato, después del polvito, nada de cariñitos posteriores. Y ponete el calzoncillo del derecho, no sea que tu mujer te descubra porque lo tenés del revés, es la recomendación que me hizo Mara una vuelta. Hijas de puta, además se las saben todas.
No te pongas así, ya sé que vos sos de los que dicen que nunca han pagado por sexo, uno de los puros, los impolutos, los virtuosos que siempre han culiado por amor. ¡Ay!, ¡no me digas!, ¡el niño siempre culió por amor! ¡Chuchi! Pero cuando querías cogerte una minita bien que te tenías que poner de novio primero, decirle que la querías, que la amabas, invitarle mil quinientos cafés, llevarla a bailar, sacarla a pasear y después recién, con mucha suerte te la fifabas. Qué te crees, ¿que eso no es pagar? Ya sé. No me vengas que pagas con otra moneda, es la misma mierda con distinto olor.
Y tampoco me salgas con esas mariconadas de que quieres llevar las putas un domingo a misa. Te aseguro que son más creyentes que vos, que yo, que el Obispo y que el Papa juntos, mirá lo que te digo y no te miento. Eso es una huevada, una tilinguería de chico rico, de chico del barrio Belgrano que quiere pasar por esnob, por guerrillero, por intelectual. Yo fui reconstruyendo la historia de algunas en conversaciones que he tenido con ellas, antes, durante y después de meterles el pingo en la concha hasta la mierda, si a eso iba, a coger, no a hablar de filosofía. La mayoría tiene un hijo o dos. Y en la casa, por lo general, no saben qué hacen, a qué se dedican, cómo ganan la guita. Ellas mienten que trabajan en un restaurante que una amiga tiene en la ruta. Y todos los días se comunican por el celular con la familia. De Santiago capaz que van a Tucumán, después Córdoba, descansan veintinún días en su casa y de nuevo a Santiago a laburar. Así que cada tanto están de vuelta. Creo que las trasladan para que no se encariñen, para que nadie las robe al cafisho y porque en la variedad está el gusto, se me hace. Nadie va a ir todos los días al quilombo para culiarse a la misma puta de todos los días, para eso se queda en la casa y le echa un buen polvito a la mujer, que bien se lo merece también ella, ¿no te parece?
Claro que no es de machos pagar para tener sexo, ya te expliqué lo de Mariné, que me dejó por ese otro yiro, hijo de mil tres vagones llenos de arena, cada granito de arena es una re mil puta conchuda en su línea de sucesión materna, todas puestas en fila, una detrás de la otra, que las mil parió a esas cajetudas del orto. No quería saber nada con mujeres, no quería relaciones, no quería ponerme de novio, comenzar de nuevo con las mismas huevadas de siempre, de qué signo sos, de qué gusto quieres el helado, macanas. Casi me hago puto, ¡jéh!, no lo descarto del todo tampoco, uno nunca sabe, che. Fue Rafa el que me aconsejó que fuera a las putas, ahí vas, haces tus cositas, así como de pasada, después te mandas a mudar y listo. Cuestión de descargar el tanque, nada más, pura profilaxis. Un día cualquiera Mariné me estaba amando como loca desatada y al día siguiente ya andaba de novia con ese otro, cara de víbora peinada. Me hizo mierda, yo tenía la croqueta hecha pingo, te lo digo en serio, si me quieres creer bien y si no, me da lo mismo.
Decime, ¿vas a traer o no unas cervezas, papitas, manises para que veamos el partido como Dios manda? Si no, avisá y me voy al bar de la esquina, que ahí tienen Directiví y a la mierda, hermano. Te lo digo en serio, huevón, andá. No me gusta ver el partido sin algo para picar.
Había una flaquita, esperá, dejame que te cuente, había una flaquita, Tamara se hacía llamar. Se me hace que fifaba también porque le gustaba fifar, los puntos hacíamos cola para culiarla. Tenías que pagarle una media francesa, si no era al pedo. Te agarraba la verga con un amor digno de otra causa, te digo, en serio, escuchá, no te hagas el boludo. Primero se la metía en la boca de repente, después salía de golpe y te miraba un poco, ponía los ojos como si estuviera gozando la guacha, vos, para ese entonces le pedías por favor que siga. Seguí mi vida, no pares mi amor, le decías mientras el choto temblaba de ganas, temblequeaba de ansiedad, como un bolero, esperando que volviera a tragarlo hasta el fondo. Se la volvía a meter bien despacito, arriba y abajo, arriba y abajo, pasándote la lengua por la parte de abajo de la cabeza, justo en el trangulito del placer del choto: ¡vamos!, ¡vamos!, ¡así mi puta!, ¡así!, le decías. De vez en cuando te echaba una mirada, no fuera cosa que le terminaras en la cara. Te fichaba bien la guacha, ninguna boluda, te digo. Lo chupaba con la boca, no como esas otras que te agarran el pedazo con la mano para mamártelo. Así no vale, viejo, con la mano es paja. Te lo chupaba tan bien que se te metía la sábana por el culo y después capaz que te quedaba saliendo un pedacito chiquito como un pañuelito, ¡Já!, ¡já!
Lo mejor era que no se hacía amiga. Una vez que terminabas, chau, chau, adiós, no te conozco, si te he visto no me acuerdo. Una mina dura, creo que es la única que me confesó que la primera vez que lo hizo fue con el padrastro, que la había violado sin darle cuartel desde que ella había cumplido los 11, pero no quería hablar mucho así que tampoco le pregunté demasiado. Además en ese momento no me interesaba, yo iba a al quilombo a coger, sacarme las ganas, no a andar de ortiba, averiguando mariconadas, haciéndome el redentor. Hijo de tres mil yiras el viejo, digo, pero capaz que mentía para que le diera unos pesitos más. Son todas mentirosas, no vayas a creer todo ese verso tanguero de que esas minas andan en la mala vida porque las violaban o por historias tristes, a la mayoría le gusta la guita. Lo hacen por la guita. Y por amor a la pija, claro.
Ahí te das cuenta, digo, en el quilombo, de que son cagadas, eso que cuentan de que las putas no besan en la boca. Claro que besan, la mayoría sí besa. Muchas veces me han buscado los labios para chantarme un chupón. Pero qué mierda, un beso a una de esas prostitutas es como besar a medio Santiago, es chuparle la verga, por lo menos a todos los que estuvieron antes que vos esa noche. Vete a la mierda, ni mamado las besaba. Y siempre con hule, siempre hay que llevar hule en el bolsillo cuando uno queda soltero y anda a la pesca. Como dice el tango: “ya sé, no me digás, tenés razón”, con forrito es una relación más fría. Salvo porque cuando la tienes abajo y estás por terminar le tratas de meter los dedos en el orto, hasta el fondo -¡ah!, ¡qué placer, hermano!- no hay otro contacto con las putas. Una vez saqué cálculos, si la tienes en cuatro patas, ni siguiera hay un punto de contacto entre los dos, como te dije, prácticamente es una paja de a dos.
Nos íbamos a casar con Mariné, teníamos todos los muebles. Después tuvo que ir mi vieja a hablar con la vieja de ella para repartirse las cosas que habíamos comprado, juego de dormitorio, heladera, vasos, esas huevadas. No habíamos puesto la fecha, pero pensábamos casarnos en abril, ponele en mayo como muy tarde, y estábamos en enero, así que no faltaba nada. Mirá que boludo que soy, no me daba cuenta de nada. Todo ese enero no tuvimos relaciones, primero porque decía que le había venido el asunto, después porque me mintió que le agarró una enfermedad, herpes creo que era, no sé qué mierda, después por otra cosa, no me acuerdo. La cuestión es que durante ese puto enero, si hallaba un agujero en la pared, ahí nomás lo transformaba en mi querida, andaba tan desesperado que me cogía un avestruz a la carrera, corriendo para atrás y en chancletas. Con razón andaba tan tranquila, porque así como la ves, con esa carita de nada, es más caliente que calefón Orbis, un infierno era la flaca cogiendo, una ampalagua que no dejaba ni un músculo del cuerpo sin mover, cada vez que la pinchaba. Le gustaba darle a la matraca. Si quería coger, me decía “vamo a visitar la bomba ´i Lule, primó”, haciéndose la tucumana y cada vez que oíamos la zamba esa, de la bomba ´i Lules, nos mirábamos y nos reíamos a las carcajadas, era un secreto que teníamos. Y le dábamos bomba , mucha bomba a nuestro amor.
¿No vas a comprar esa puta cerveza para que veamos el partido? ¿Entonces por qué no vas de una buena vez, conchudo de mierda? ¿Qué carajo esperas? ¿Qué te haga una tarjeta de invitación?
Además las putas no pueden andar por la calle, digo, por eso de llevarlas a misa o a cualquier otra parte, mirá las pelotudeces que se te ocurren. Tienen prohibido salir, si lo llegan a hacer, la primera vez las mandan a buscar con la cana. El cafisho las ha confiado al dueño de Cariñito, de Negro del 20 al Dominó, pero para se queden adentro. Tienen prohibido asomarse. La mitad de lo que ganan es para el dueño del tumbadero, con el resto de la guita tienen que mantenerse durante su estadía: comida, lápiz de labios, algodón qué se yo, esas cosas. Si una se escapa con un cliente, la primera vez la salen a buscar y la traen a como dé lugar, llaman a la cana y hacen la denuncia, no tienen dramas, para eso tienen coimeado de antemano al comisario, al subcomisario, al cabo, al agente, al informante, a la brigada, al jefe de policía, a quien se ponga por adelante. Pero a la segunda no la buscan más, porque ya es al pedo: la que se quiere ir se quiere ir y a la final se va a la remismísima mierda, casi siempre con un macho, que seguro que la va a hacer laburar de nuevo en lo mismo. O si no hacen como el dueño del kiosco que está frente a la estación de tren en Clodomira, que una vez se trajo una mina de no sé cuál de los quilombos de Tucumán, otros dicen que del Bajo de Salta, no sé, no calienta de dónde carajo la trajo, la cuestión es que se rajó con ella y la convirtió en su señora esposa. Y ahora son felices y comen perdices.
Todo ese puto enero la Mariné estuvo cogiendo con el otro vago, meta y ponga, mamándole la verga, haciendo el 69, seguro que andaban meta darse duro en el baño, en la cama, en el sofá del living, en la cocina, en el telo, en el auto, detrás del paraíso de su casa, en la placita de la otra cuadra, en la casa de la amiga, en la cucha del perro, qué se yó. La cuestión es que mientras yo salía por una puerta después de una visita de novio sin derecho al toqueteo, él entraba por la otra y la cagaba empalando, mirá que repelotudo que era, me quiero matar ahora que me acuerdo. La vieja lo sabía, el viejo lo sabía, el hermano lo sabía, la vecina lo sabía, la amiga lo sabía, la hermanita más chiquita también lo sabía, el barrio entero lo sabía y se cagaba de risa de mí, Santiago entero estaba enterado. El único gil que no se daba cuenta de que lo estaban haciendo re mierda, era yo, qué infeliz pelotudo. Esa tarde, cuando me dejó definitivamente, le pregunté:
-Decime, ¿no tendrás otro vos?
-Pero, ¿quién te has creído que soy?
Me dijo, haciéndose la enojada.
También me advirtió que no me dejara llevar por lo que la gente me iba a decir, que la gente era mala. Después me hizo el verso de que yo era un buen tipo, que era mucho para ella, todo eso que se dice siempre para lavar las culpas propias en la bondad del otro. “Ya vas a conseguir una chica que te merezca, una buena chica que te haga feliz”, me dijo esa tarde, pero ya a esa altura me sonaba más falso que tornillo de yeso.
Ah, el Bravozorro. Eso era una tortura china elevada a la enésima potencia. Para dejarse hacer el Bravozorro con una puta hay que ser bien macho, más de uno ha terminado perdiendo ahí. ¿Cómo es?, decime, ¿no sabes?, ¿qué has andado haciendo todos estos años? Primero tienes que llevar un palito, una lapicera, un lápiz, cualquier cosa para morder. Vos te acuestas panza abajo, abriendo las piernas, sí, abriendo las piernas. No boludo, cómo te van a culiar, no pará, ¡pará!, ¡a la final, che!, ¿quieres que te cuente o no quieres que te cuente? Bueno, te acuestas panza abajo y abriendo las piernas. La mina se dedica a chuparte exactamente el triangulito que tienes justo detrás de las bolas, digamos entre las bolas y la puerta del orto, un pedacito bien cortito de carne. Desde el principio el pingo se te pone como piedra, duro como un fierro, es un acero de Toledo el hijo de puta, y después quieres pedir por favor que te metan algo en el culo, el dedo, un palo de escoba, una botella de champán, un tarro de dulce de leche, cualquier cosa. Para eso es el palito, para que muerdas y no pidas ni aca, no vaya a ser cosa que la puta te haga caso. Después el choto te queda parado para mil quinientos polvos seguidos. Si pasas la prueba sin que te metan algo en el culo, ahí sí, decí que sos macho, decite galán, decite hombre hecho y derecho, decí que has andado cerca de la orilla, pero que no te has metido al río para pasar al otro lado.
Fantaseá mil años, si quieres, con llevarlas a la Catedral o a la casa del cura Gerardo Montenegro a escandalizar a quien quieras, pero vas a dar en penca, te lo digo yo, haceme caso, es imposible. Uno de estos días nos vamos a cualquiera de los tumbaderos, esos que vos dices que no conoces, y nos pegamos una buena revolcada con gusto a puta. Además, putas, lo que se dice putas eran las de antes. Ahora una minita del centro, hija del doctor Paz, una pendeja Meossi, una chica Erquiaga de la Vega, se viste como puta para ir al mercado a comprar medio de papa y un cuarto de menudos de pollo. Muchas de las Paz las Meossi o las Erquiaga de la Vega van a misa de once los domingos vestidas de una forma que si las vieran las abuelas las sacarían cagando del templo por escandalosas. Los curas no dicen nada porque se han vuelto suavecitos ellos también. De hecho, hoy en día y según la tele y los diarios, los únicos que quieren casarse son los curas, los putos, y pará de contar. No te vayas a creer, che, las putas son recatadas para salir a la calle, más si van a misa, o vos te crees que van a ir de bikini, media de red y portaliga, salí. Cualquiera que hable con tu mamá la convence de que es una buena chica y la hace creer que estudia en el profesorado, que es peluquera, cualquier cosa, porque además son pícaras las chicas, digo, las del tumbadero. Quiero ver si tus chicas Paz, Meossi o Erquiaga , aguantan toda una puta noche dándole haciéndose dar con esos negros de la Tabla Redonda, el Tuscal, el Borges, o el centro de La Banda o de Santiago, porque también van chicos –y grandes- del centro, no vayas a creer. A ver si se la bancan. A ver si pueden salirse de su traje de burguesas de mierda, pensando que la vida de una puta es romántica porque sufren el machismo de los tipos que todos los días se bajan la bragueta para hacerlas chupar una pija que ni siquiera pueden limpiar del todo porque les llevaría varias horas dejarlas más o menos aseadas. A ver putita, ponete en cuatro que te voy a reventar, les dicen los negros y después que se la banquen, que para eso les pagan. Con decirte que muchas me querían, mejor dicho, se me quisieron encariñar y todo, sólo porque yo las trataba bien, les decía palabritas lindas, cosas como ricura, tesora, amorcito de mi corazón y les pedía por favor, mi vida, hacete a un lado el cabello así te miro la carita y la jetita mientras me la chupas, tranquila, mi amor, que no te voy a terminar en la cara. Y ellas encantadas, porque se lo pedía por favor, mirá qué barato me salía ser bueno.
Me han contado que la Mariné se está por separar. Ya me han sondeado las amigas a ver si voy a volver con ella. ¿La verdad? No sé, en una de esas me reconcilio y la obligo a hacer cositas que antes nunca habíamos hecho, como acabarle en la cara, dejarla ciega de tanto acabarle, salpicándole la leche en esos ojos verdes hermosos que tiene, meterle una botella de sevená en el orto, una máquina de foto, un termo Lumilagro, una garrafa de quince kilos, no sé, cualquier cosa. Y después, tirarla a la mierda, como esas perritas que abandona la gente en el parque en una bolsa sólo porque tuvieron la desgracia de nacer hembras. Cualquier cosa para sacarme estas putas astas de carnero que tengo desde que me dejó. O ponerla en bolas y sacarla a andar en moto por la Belgrano. Si volvemos, no sé, algo se me va a ocurrir.
Si quieres te explico cómo algunas -no todas- te lavan la pija antes de metérsela en la boca, igual que a otros veinte la misma noche, en el mismo lavatorio sucio de cuántos que les habrán lavado el choto en el mismo lugar. Si quieres te cuento que en esos tumbaderos hay un olor rancio a espermatozoides secos de varios días, como si no los limpiaran nunca, que a los baños les siguen poniendo acaroina como desinfectante, igual que hace ochenta años, cuando mi abuelo era habitué de esos lugares, pero mejor la cortamos, porque ya estoy viendo la cara de asco que pones, ¡eh!, culiao de mierda.
Meta, che, no seas vago, andá y comprá esa puta cerveza que tengo la boca seca. ¿No ves que está por comenzar el partido y no tenemos un sorete para picar, para tomar? Decime, ¿Messi va a jugar desde el primer tiempo?
BUENISIMO JUAN, BUENISIMO!!!!!
ResponderEliminarVOY A REIRME UN RATO, A ANALIZAR UNAS COSAS Y TERMINO DE COMENTAR, PERO ME ENCANTO!
SALUDOS!
BELEN CIANFERONI
y lo creativo donde esta?
ResponderEliminarAquí evidentemente hay un problema. Se barajan términos como ficción, creatividad, credibilidad, pero jamás noté que se desglosaran con afán de llegar a la convergencia o a la divergencia. Ninguna cosa sería negativa. No digo que algunos no lo hicieron o intentaron, pero creo que no se terminó el ejercicio. Después de tener el punto de partida dilucidado ya sería algo. Desde dónde hablamos? Y hacia dónde? Para qué se abre la Jeta?
ResponderEliminarNo sé adonde encasillaría el texto de Juan. No sé si me interesa ponerme en esa tarea.
Me gustó la coloquialidad, el registro para el caso creo que está bien graduado. Es jodido usar muchas malas palabras (lo que convencionalmente conocemos como tal) sin que del otro lado se sienta el exceso, el abuso. No llegué a sentir del todo eso.
No es lo que suelo disfrutar más al leer. Pero me gustó y en esa veta lo aplaudo. No sé qué buscará él en tema de escritura. No sé si se planteará indagar la brecha entre lo que busca y lo que logra. Eso va por cuenta de cada uno. En ese caso se busca o no aportes. Es necesario aportar para que el otro crezca. Nadie está aquí para decir sos excelente o dejá de escribir, sino para encarriar desde lo que se dice si eso esperan. "Analícemos" dijo Abel. Si en ese sentido las puertas están cerradas, si no hay afán de relojearse en función de los otros, mejor avisemos, para que nuestros aportes no caigan en el vacío.
Vero.
Ajá, y? Qué hay con decir lo que todos sabemos? Cuál es la bisagra en la historia? Se justifica el mal gusto?Preguntas, prguntas. Lastima que ninguna me quitará el sueño.
ResponderEliminaruff! Te felicito Aragón, te felicito.
ResponderEliminarDejá que se saquen los ojos, y metele pata que sos groso.
Abrazo.
Epa!!! Me gustó mucho. Cómo puedo hacer para participar del grupo???
ResponderEliminarManda un mail al correo y te pasan aviso del próximo encuentro.
ResponderEliminarPróximo encuentro: Sábado 15 de agosto, 16:00 hs, Biblioteca 9 de julio. Las reuniones se realizan sábado de por medio en ese mismo horario y lugar. Si chequeas más el blog vas a ver que hay una grilla con los próximos encuentros. Ahí vas a ver lo que se viene. Saludos ;).
ResponderEliminarVero.
Muy bueno el texto! creo que es creativo, divertido y muy revelador, muy audaz con las palabras y lo que muestra. Es chancho, tierno y sabe de lo que habla. SAludos a los de la jeta!
ResponderEliminarAnibal ( el intruso santafesino del sabado pasado)
Nunca mas que en este texto la ficción y la realidad van del brazo.
ResponderEliminarNo importa (a un lego como yo) el perfil y y el plano cuasi bizarro que se le podría endilgar, pero es de resaltar las virtudes humanistas (entiéndase el concepto puro en sí mismo)que se plantea en una sociedad de espaldas a lo cotidiano y seglar.
Destaco el humor y el punto de imaginación de vocablos norteños propios que aunados a los sonidos de nuestra tonada le dan su particular impronta.
En definitiva, por que insisto que no tengo minima capacidad para analizar estos textos (ni ningún otro)digo que me divertí, me reí lo disfruté y hasta sufrí de empatía (jajajaja). Abrazos, Juan querido.
No entraba por aquí desde que había seis o siete comentarios. Digo, por el cuento,ya que por el sitio siempre anduve pispeando. Respondo ahora los comentarios, en la esperanza de que nadie los lea.
ResponderEliminarA Belén: Espero tu comentario, gracias.
A Ozkar: Obviamente lo creativo no está.
A Vero: Ahá, pero no entiendo nada.
Al Conde: Que duermas bien.
A Anónimo I: No solo grosso, también larrrgo.
Anónimo II, III, IV y V: No les contesto, es propaganda.
A Payador: No ha de ser para tanto, che.
A Duilio: No le hagan caso. Soy yo mismo, disfrazado de Duilio Porello. Ese, el de la tómbola santiagueña.
Te llevo años en esto,Juan Manuel,pero esta buenisimo!Ademas no soy tan literato como vos pero el de Fernandez se llamaba "El Gato Negro",y las putas llegaban de paso unos dias por la nueve haciendo dedo y se quedaban laburando en el quilombo hasta juntar unos pesos de los boludos que frecuentaban a la Nilda,la "Conserje". Y de donde mierda conozco yo todo eso?...Y seguramente me fui cuando laburaba en la Direccion del Agua (hoy Recursos Hidricos)porque le estaba poniendo agua corriente al Matadero Municipal(lo de matadero,pura coincidencia)y con Cachola Ordoñez (qepd)que era pagador habilitado,todos los dias de pago haciamos un asado con las putas en nuestro campamento y a la noche la seguiamos en el Gato Negro!.Nilda, dos Fernet con Bidu por favor!....)Tenes razon,putas eran las de antes!....Un abrazo. Onrutas.-
ResponderEliminarTanto tiempo chincanqui, Onrutas. Tienes razón, putas eran las de antes, las de ahora son todas putos.
ResponderEliminarMuy bueno. Lo que es la maravilla de la LENGUA (Idioma, no?) y sus sentidos!!!!
ResponderEliminarla verdad...me parece un cuento de un pajero , pero , fijate ...mucha gente compra comida que no necesita, por que sera,No?
ResponderEliminarPajero, pero de los antes, ¿no?
Eliminar