¡COMO EN LAS PELÍCULAS!
-No quiero ser una carga.
La morocha que mezclaba el guiso se dio media vuelta y miró a la vieja que estaba sentada a la mesa, esperando la cena.
Siempre decían eso, era como en las películas.
Sacó la cajita de arriba de la alacena y de la bolsita, con la puntita de los dedos, extrajo una granitos que metió en la olla con cuidado limpiándose luego las manos en el pantalón. Dudó un poco y tiró unos cuantos más, idéntico ritual de limpieza pero esta vez en la remera, a la altura de la panza que le sobraba por arriba de la cintura del pantalón.
La vieja seguía farfullando, lamentándose, y parecía que por ratos lloraba.
Sirvió con esmero y decoro el guiso en el plato azul transparente y con solemnidad se lo llevó a la mesa. Se sentó a verla comer, no sin antes acariciarle la cabellera blanca y acomodar un poco el pelo.
Quince minutos estuvo comiendo la vieja sin que sucediera nada, en las películas después del segundo bocado caían muertos con la cara en el plato... ¿O es que había visto las películas equivocadas? Terminó todo y con un pan comenzó a refregar el plato, relamiéndose cuando metía el pan en la boca y masticando ruidosamente.
Finalizó y la quedó mirando.
La morocha a esta altura ya no entendía nada. Volteo a mirar la cajita que todavía seguía en el mesón, al lado de la olla y se le cruzó la idea de que tal vez al haberlo hecho hervir, el veneno habría perdido efecto, cuando escuchó que la vieja hacía arcadas, vomitando toda la comida sobre el plato, la mesa, la ropa, el piso... era algo asqueroso. ¡¡¡Eso no pasaba en las películas!!! ¡Al menos no en las que ella había visto! La vieja ahora se agarraba de la panza y aullaba con la boca abierta, toda sucia y babeándose.
-Callate vieja- le gritaba la morocha y la otra se desesperaba retorciéndose en la silla de ruedas.
La mujer se levantó aterrada sin intender todavía la escena tan asquerosa y dramática... en las películas sucedía en silencio y con una suavidad... hasta elegante.
La vieja se le venía encima con silla y todo, agarró la olla con la comida se la tiro encima y comenzó a golpearla hasta que quedó tirada en un charco de sangre, vómito, comida y encima orinada. Se escuchaban los gritos de los vecinos afuera. ¿Se habría equivocado con el veneno de ratas? En una de esas tendría que haberse fijado bien en la cantidad que los actores le ponían a la comida, o definitivamente... ¡Se había equivocado de películas!
Este cuento esta re okay
ResponderEliminarSi, a mi me gustó mucho. Icluso se lee muy bien. Tiene ritmo, furia y un poco de ingenuidad.
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