El anónimo cumple su función. Propone un quiero re truco. Esto tiene sus efectos; exige una elección, una respuesta: quiero, no quiero, quiero vale cuatro, pero para eso hay que ver las cartas que uno tiene y “jugar” según eso (sabemos cómo es el truco, puede no haber nada). Y la respuesta generalizada, me parece, ha sido el no quiero.
En este blog se planteaba la idea de un espacio para que gente publique sus escritos y haga sus comentarios críticos, así empezó y publicamos notas, cuentos, poemas y varios nos animamos a hacer eso difícil de comentar intentando fundamentar nuestras opiniones. Hasta que apareció “nuestro” anónimo. Le digo nuestro porque le tengo un cariño especial, como si de una mascota se tratara. Pero no cualquier mascota; se me figura una mascota tipo “Mordelón” de Futurama: un bichito aparentemente ocioso que lo único que hace es comer y cagar, pero que resulta ser un embajador en la Tierra, guardián contra los succionadores de cerebros. En fin, nuestro anónimo apareció haciendo el tipo de comentarios que ya conocemos, rompiendo o entorpeciendo esa idea primera. Mi primera reacción (hablándolo con otra gente) fue decir que no hay que darle bola para no darle existencia: en la medida que le contestemos el anónimo tiene una razón de ser, decía yo. Pero la razón de ser del anónimo no parece ser la respuesta hacia su “figura” sino que su razón de ser son los textos y comentarios nuestros. Esto lo digo a partir de ver que cuando empezó a decaer este blog en publicación de textos y comentarios, el anónimo dejó de “aparecer”. Y ahora, que publiqué un par de notas y que en la segunda nota se completó el círculo con un comentario, oh sorpresa, volvió el anónimo.
A sí que este escrito es para intentar otra cosa; por lo menos un “quiero”. Quiero quitarle por un momento de los dedos la “función” anónimo a quién sea que la encarne, para hacer parte a esa figura de “esta” figura. Esta figura consiste en tomar elementos del mundo y proponerles un nuevo lugar, no necesariamente mejor, sólo un otro lugar en la escena. En esta escena el anónimo es una estructura muy interesante, capaz de infiltrarse en un blog, pincharlo, prepotearlo, para decirle: ¡a ver, qué cartas tienes! Está muy bien.
Leo en Foucault: “Un texto anónimo que se lee por la calle en una pared tiene redactor; pero no tiene autor. La función autor es pues característica del modo de existencia, de circulación y de funcionamiento de ciertos discursos en el interior de una sociedad.” Nuestro anónimo, me parece, viene a cuestionar la “función autor” que manejamos. ¿Manejamos alguna? ¿O somos manejados por una idea de autor previa? Lo que viene a denunciar este anónimo es que “ese” autor ha muerto y lo que hay es un espacio vacío. Vacío de significación: vacío de textos, vacío de comentarios. Pero también dice el anónimo-Foucault: “Sería tan falso buscar al autor de lado del escritor real como del lado de locutor ficticio; la función autor se efectúa en la misma escisión – en esa partición y en esa distancia - .” Entonces de lo que se trata es de un momento, de una instancia inmejorable para ubicar a esa función nuevamente, o lo que querramos, en ese lugar vacío que se presenta.
Y cierro con las palabras del anónimo-Arlt: “El futuro es nuestro por prepotencia de trabajo… Y que los eunucos bufen”.
Estoy de acuerdo plenamente con tu filosofía, Andrés.
ResponderEliminarComo se nota que estoy re ausente en el blog. Ni idea de que había un anónimo, hasta hace aproximadamente diez minutos; yo me esperaba uno de esos que andan por la vida regando blasfemias y comentarios carentes de sentido, pero estamos enfrentándonos a algo peor...Una nueva especie: el anónimo culto. Dios!.
Estamos evolucionando, finalmente. :)
Como siempre, la ironía presente en tus entradas :)
Besos.
oh la la!
ResponderEliminarhasta el putearme es lugar común en su forma de escribir.
andres tira la piedra...
porque el comanda...
y los demás eunucos bufan al mandato del eunuco mayor, una hermosa orquetra, mala escritura, pero mala orquesta
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