Las Caricias de Lucía
Es otra frenada de bus, el camino que mezquina sus paisajes, la mitad de cigarrillo que quedó ayer en la vereda, ahora pisado y sucio.¿Qué hacer si la vida se me acaba cuando empiezo a cruzar el jardín? Si cuando llegue a la puerta tu paz va a toparme como un enérgico toro, con la fiereza de las horas que pasaron entre el café de esta mañana y tu sórdida voz por el teléfono…¿Cómo entro a este mundo de sahumerios si los platos desde la cocina me hunden en grasa y reproches?Me saludas despeinada, la congestión enfermó tu abrazo, me invitas a sentarme en el sillón con un mate medio lavado y ese gato pulgoso dándote vueltas entre los tobillos. El gato no me saluda, mientras tu mirada fúnebre comienza una canción que habla de la chica que saludé anoche en el centro, y de lo desatento que soy por no abrirte la puerta del taxi o servirte un vaso de vino en la cena.No me alcanza dejar de mirarte mientras gritas, tu espalda se alza como un muro viejo cuando intento acariciarte, todo comienza a llenarse de moho: los cuadernos en la mesa, las ventanas, los besos que te doy, la tostada negra que lame el gato echado entre dos sillas ¿Qué hacer cuando de pronto tu casa se transforma en un tren? El vértigo en los adjetivos que usas, el mate que vuela desparramando yerba y agua hirviente por la sala para estrellarse contra tu biblioteca de libros marrones, los ojos que se humedecen y se secan como un semáforo…Es ahí cuando pienso que esa tarde en la plaza San Martín estabas tan radiante y tan otra, que los jazmines en tu mano debieron haberse ennegrecido cuando te besé por primera vez. Que la mesera del restaurante en Rivadavia nos miraba indignada cuando te sacaste los zapatos y con tu pié derecho empezaste a tocarme. Pienso también en Marcela, la del almacén, que cada vez que le pido los alfajores que te gustan me habla de lo mal que llevan los políticos el país, de lo difícil que es en estos días conseguir monedas o darme vuelto de veinte pesos por dos alfajores y unos cuantos cigarrillos negros.Creo que mejor no decirte lo hermosa que estás después de bañarte, tratando de frenar tu llanto que se precipita irreversible cuando te lamentas por los tallarines del mediodía y lo gorda que te hace la toalla de los ositos envolviéndote mientras le lloras al espejo.Me abrazas con besos desesperados, entre espasmos y gemidos, residuos de un llanto enfermo. Ocaso de una obra mañanera que pude tolerar escuchando ese último disco de Jazz que compraste para halagarme, para subirme al caballo cansado.Ya son las doce y media, pasó otro encuentro. Perdí la cuenta, las caricias de Lucía, las manos entre tus piernas, y el último colectivo que me aleja de vos para siempre.
Maxi Sack
30/05/09
Es otra frenada de bus, el camino que mezquina sus paisajes, la mitad de cigarrillo que quedó ayer en la vereda, ahora pisado y sucio.¿Qué hacer si la vida se me acaba cuando empiezo a cruzar el jardín? Si cuando llegue a la puerta tu paz va a toparme como un enérgico toro, con la fiereza de las horas que pasaron entre el café de esta mañana y tu sórdida voz por el teléfono…¿Cómo entro a este mundo de sahumerios si los platos desde la cocina me hunden en grasa y reproches?Me saludas despeinada, la congestión enfermó tu abrazo, me invitas a sentarme en el sillón con un mate medio lavado y ese gato pulgoso dándote vueltas entre los tobillos. El gato no me saluda, mientras tu mirada fúnebre comienza una canción que habla de la chica que saludé anoche en el centro, y de lo desatento que soy por no abrirte la puerta del taxi o servirte un vaso de vino en la cena.No me alcanza dejar de mirarte mientras gritas, tu espalda se alza como un muro viejo cuando intento acariciarte, todo comienza a llenarse de moho: los cuadernos en la mesa, las ventanas, los besos que te doy, la tostada negra que lame el gato echado entre dos sillas ¿Qué hacer cuando de pronto tu casa se transforma en un tren? El vértigo en los adjetivos que usas, el mate que vuela desparramando yerba y agua hirviente por la sala para estrellarse contra tu biblioteca de libros marrones, los ojos que se humedecen y se secan como un semáforo…Es ahí cuando pienso que esa tarde en la plaza San Martín estabas tan radiante y tan otra, que los jazmines en tu mano debieron haberse ennegrecido cuando te besé por primera vez. Que la mesera del restaurante en Rivadavia nos miraba indignada cuando te sacaste los zapatos y con tu pié derecho empezaste a tocarme. Pienso también en Marcela, la del almacén, que cada vez que le pido los alfajores que te gustan me habla de lo mal que llevan los políticos el país, de lo difícil que es en estos días conseguir monedas o darme vuelto de veinte pesos por dos alfajores y unos cuantos cigarrillos negros.Creo que mejor no decirte lo hermosa que estás después de bañarte, tratando de frenar tu llanto que se precipita irreversible cuando te lamentas por los tallarines del mediodía y lo gorda que te hace la toalla de los ositos envolviéndote mientras le lloras al espejo.Me abrazas con besos desesperados, entre espasmos y gemidos, residuos de un llanto enfermo. Ocaso de una obra mañanera que pude tolerar escuchando ese último disco de Jazz que compraste para halagarme, para subirme al caballo cansado.Ya son las doce y media, pasó otro encuentro. Perdí la cuenta, las caricias de Lucía, las manos entre tus piernas, y el último colectivo que me aleja de vos para siempre.
Maxi Sack
30/05/09
Buenas imagenes. Me llegan un par de sentimientos conocidos. La distiancia del observador que narra como si no fuera suyo el cuerpo en esta escena.
ResponderEliminarCambiaria un par de construcciones, dejaria los espacios despues de la coma y te pondria a escribir seguido. Limpiar de vez en cuando la hoja, es positivo.
coincido con gaby,hay buenas imagenes. Por una cuestion de gusto, solo eso, bajaria alguna adjetivacion que vuelve pretensioso el texto. Pero ya lo dije: cuestión de gustos. Luego escribe, escribe, escribe. Hay pasta, polenta,y unos guiños bien interesantes. Y hago mias las palabras de PABLO RAMOS: "descubri que podía hacer algo más con mis obsesiones: escribirlas".
ResponderEliminarMe gusta como describes los diferentes estados, los sentimientos. Esa ambivalencia entre el "moho y lo radiante" de las relaciones humanas. Tan cocnocidos por algunos...
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