Había una vez un cuento que quería ser y no podía porque su escritor se empeñaba en abandonarlo por poemas cortos y sentimentales que recitaba a las minas. El cuento que quería ser siempre quedaba esperándolo. El escritor siempre detrás de las minas. Parece que un día tuvo suerte el tipo y se ganó una linda morocha, adiestrada a base de telenovelas argentinas. Después de los versos vinieron las camas y como siempre sucede en estas historias trágicas, llegaron los hijos.
El escritor se olvidó definitivamente del cuento que quería ser (y también de sus versos) y lo ganó el laburo brutal. El cuento que quería ser quedó junto a un montón de papeles amontonados en una caja. Parece que un día la morocha, que antes era linda y que ahora había dejado de serlo, decidió vender papeles y enterar para la cuna del tercero, ahí fue a para el cuento que quería ser.
¿Cuál es la moraleja alumnos? ¡Que hay muchas maneras de vender literatura señorita! Mmm! Sí, no está mal.
El escritor se olvidó definitivamente del cuento que quería ser (y también de sus versos) y lo ganó el laburo brutal. El cuento que quería ser quedó junto a un montón de papeles amontonados en una caja. Parece que un día la morocha, que antes era linda y que ahora había dejado de serlo, decidió vender papeles y enterar para la cuna del tercero, ahí fue a para el cuento que quería ser.
¿Cuál es la moraleja alumnos? ¡Que hay muchas maneras de vender literatura señorita! Mmm! Sí, no está mal.
El boludo que quería pasar por inteligente escribiendo esto.
ResponderEliminarQuién es el boludo el escritor del cuento o el escritor boludo que ha escrito el cuento?
ResponderEliminarVos Abel, vos.
ResponderEliminar