No te creo nada. Miro un hormiguero, me detengo a medir desde el aire quemador de diciembre, el diámetro, la constitución básica de esa arquitectura imposible. El ir y venir de hormigas cargando cinco veces el peso de su hormiguidad. Nosotros no podemos me digo. Ni el peso de nuestras sombras siquiera.
No te creo nada. Pienso en hormigas. Desde el aire, allá arriba, lejos muy lejos; habrá un ojo que nos mira. Paseamos como hormiguitas agitadas cargando bolsas con cosas inútiles. Vamos de compra: celulares, zapatillas nike, miramos culos, los culos nos miran.
No te creo nada. Llego a casa, descubro en el suelo mi vaquero negro, un mundo de hormigas lo adornan. Lo sacudo, ellas enloquecidas escapan. Nosotros no podemos me digo. No podemos escapar de toda la estupidez disfrazada de importante. Voy al patio digo mis oraciones al limonero.
No te creo nada. Voy al baño y llevo mi poesía perfecta de las tardes, las leo sentado en el inodoro. Soy una hormiga que se deleita con el acto de defecar poéticamente. Luego me miro en el espejo. Todas las caras del mundo se me aparecen, menos la mía. Una música extraña se oye a lo lejos. No te creo nada.
No te creo nada. Decido dormir, pero antes prendo velas de olores, sobo el lomo de mi gata, me acomodo abrazando la almohada y pienso en hormigas en la cocina atacando el frasco de miel que dejé destapado, así son nuestros días me digo: un frasco de miel abierto y nosotros avanzando sin saber porqué. Pero igual, ya lo sabes: no te creo nada, no me creo nada. Es perfecta la oscuridad con las hormigas horadando los huecos de todas las casas.
No te creo nada. Pienso en hormigas. Desde el aire, allá arriba, lejos muy lejos; habrá un ojo que nos mira. Paseamos como hormiguitas agitadas cargando bolsas con cosas inútiles. Vamos de compra: celulares, zapatillas nike, miramos culos, los culos nos miran.
No te creo nada. Llego a casa, descubro en el suelo mi vaquero negro, un mundo de hormigas lo adornan. Lo sacudo, ellas enloquecidas escapan. Nosotros no podemos me digo. No podemos escapar de toda la estupidez disfrazada de importante. Voy al patio digo mis oraciones al limonero.
No te creo nada. Voy al baño y llevo mi poesía perfecta de las tardes, las leo sentado en el inodoro. Soy una hormiga que se deleita con el acto de defecar poéticamente. Luego me miro en el espejo. Todas las caras del mundo se me aparecen, menos la mía. Una música extraña se oye a lo lejos. No te creo nada.
No te creo nada. Decido dormir, pero antes prendo velas de olores, sobo el lomo de mi gata, me acomodo abrazando la almohada y pienso en hormigas en la cocina atacando el frasco de miel que dejé destapado, así son nuestros días me digo: un frasco de miel abierto y nosotros avanzando sin saber porqué. Pero igual, ya lo sabes: no te creo nada, no me creo nada. Es perfecta la oscuridad con las hormigas horadando los huecos de todas las casas.
"En los harapos/
ResponderEliminarsuele haber más historia/
que en la etiqueta"
(Haiku 170 - Mario Benedetti)
Verónica.
Me gusta mucho, las imágenes son fuertes y decidoras. Las hormigas tienen una energía que resulta conmovedora. Muchos nos dejamos atrapar por esto desde niños. ¿Será la sospecha temprana de nuestro existir diminuto?
ResponderEliminarNo me gusta la palabra Nike en el medio. Con zapatillas creo q alcanzaba.
Saludos